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¿Por qué los ricos son más ricos en los países pobres? (página 2)



Partes: 1, 2

  • Para proteger la industria nacional. Este argumento
    es y ha sido utilizado por los países en desarrollo
    que quieren garantizar su independencia económica y/o
    potenciar su escasa capacidad de generar divisas.

  • Para defender determinados sectores
    económicos que no sólo cumplen una
    función económica básica, como la
    alimentación humana, sino que juegan un relevante
    papel social y medioambiental, por ejemplo la
    agricultura.

  • Para defender determinados valores culturales, por
    ejemplo la industria audiovisual y su componente
    lingüístico y antropológico.

  • Para garantizar la paz social a corto plazo, por lo
    que se protege a las industrias nacionales y a sus colectivos
    de trabajadores de los costes dolorosos del ajuste que se
    derivarían de un comercio libre.

  • Por motivos puramente recaudatorios, ya que los
    ingresos arancelarios constituyen, en algunos países,
    una de sus principales fuentes de ingresos fiscales y, por
    ello, susceptibles de aflojar la presión fiscal que
    soporta la ciudadanía.

  • La política comercial influye sobre el comercio
    internacional mediante aranceles, contingentes o cuotas a la
    importación, barreras no arancelarias y las subvenciones a
    la exportación. Un arancel es un impuesto que se le exige
    a los productos extranjeros para elevar las ventas en el mercado
    interior y, así proteger los productos nacionales de la
    competencia de bienes procedentes del exterior.

    Hay diversos grados de apertura de un país al
    comercio internacional. El más cerrado, la
    autarquía absoluta, negarse a cualquier
    importación; un pequeño grado de apertura
    implicaría permitir la importación de productos que
    no pudieran ser fabricados en el interior del país. Pero
    lo que observamos en el mundo real es algo más avanzado:
    con mucha frecuencia se comercia con productos que podrían
    ser fabricados fácilmente por el país importador
    (galletas, camisas) pero que resulta más ventajoso
    adquirirlos en el exterior.

    • 3. La Protección a la
      Agricultura

    Durante mucho tiempo ha sido cierto que los agricultores
    europeos se han beneficiado de un verdadero sostenimiento de su
    actividad, traducida en subvenciones a la exportación e
    impuestos a la importación si el precio en la UE era
    superior al precio mundial. Por otra parte, el sostenimiento
    interno de los precios agrícolas en la UE mantenía
    la renta de los agricultores, pero inducía un estado de
    sobreproducción permanente. Mediante los acuerdos de Blair
    House (renegociados al final de la Ronda Uruguay del GATT) y la
    reforma de la PAC (Política Agrícola Comunitaria),
    Europa ha cambiado de estrategia. A partir de ahora, los precios
    agrícolas no están ya sostenidos y los agricultores
    están obligados a efectuar drásticas reducciones de
    sus producciones con el objetivo de rebajar los precios europeos
    al nivel mundial para reencontrar su competitividad
    perdida.

    La creencia extendida de que la agricultura comunitaria
    es la más protegida del planeta. El Comisario de
    Agricultura de la UE, Franz Fischler, en una reciente
    intervención en e National Press Club of Washington DC,
    aclaró esta situación y explicó cómo
    es el modelo agrario de la agricultura americana y europea.
    Fischler indicó que muchas veces se escucha que la mitad
    del presupuesto de la Unión Europea se destina a la
    agricultura, lo cual crea importantes equívocos. En este
    sentido, hizo notar que el presupuesto de la UE es muy
    pequeño, dado que no constituye la suma de los
    presupuestos nacionales de todos los Estados miembros y apenas
    alcanza un 4,5% del presupuesto general de los Estados
    Unidos.

    También existen argumentos a favor del
    proteccionismo (vía aranceles o cualquier otra forma de
    política comercial) que, no resisten un análisis
    económico riguroso. No obstante, son innumerables los
    ejemplos que la vida real nos ofrece de prácticas
    proteccionistas. La persistente presión en favor de
    medidas proteccionistas se debe en buena medida al hecho de que
    los productores tienen más que ganar (en términos
    per capita) que los consumidores. Esto explica que a los
    productores les resulte rentable organizarse para defender sus
    intereses. Por otro lado, los productores nacionales prefieren
    que se establezcan aranceles o cualquier otra medida
    proteccionista antes de que se les concedan subvenciones directas
    a la producción, debido a que los costes sociales de
    aquellas medidas proteccionistas son menos visibles que los
    costes generados por las subvenciones directas, creándose
    menos agravios comparativos.

    Capítulo IV:

    La paradoja
    competitiva del modelo ricardiano

    El francés J. B. Say (1767-1832) en su famosa
    "ley de los mercados": la oferta genera su propia demanda. La
    demanda efectiva sostiene, por su suficiencia, el pleno empleo y
    la plena capacidad de producción, independientemente de la
    oferta. De un modo general, en sus razonamientos, los
    clásicos no tomaron bastante en cuenta el hecho de que los
    hombres y las mujeres se agrupan en naciones; desconocieron la
    gran fuerza de colusión del sentimiento nacional, y
    éste es un error todavía digno de tener en
    consideración en nuestros días frente al
    fenómeno de la globalización económica.
    Algunos, como D. Ricardo, analizaron defectuosamente la movilidad
    de hombres, capitales y productos en el interior de un
    país y de un país a otro. Desde luego, Ricardo se
    mostró enseguida bien diferente de A. Smith: desde el
    punto de vista metodológico, era mucho menos cultivado que
    el denominado "padre de la economía ortodoxa" (Joseph
    Schumpeter considera a Ricardo como una especie de empirista, que
    carece de una filosofía general y de toda
    sociología) y, naturalmente, mucho más
    dogmático, sistemático y abstracto. Mediocre
    escritor, desarrolló sus demostraciones sin recurrir a las
    imágenes, a los ejemplos, a la observación de los
    hechos, presentándolos siempre en forma de razonamiento
    deductivo. Y así, su estilo se caracteriza por el abuso de
    la expresión "supongamos que…". Al igual que Smith, y
    aún mejor todavía que éste, afirmó,
    en contra del mercantilismo, que el intercambio internacional es,
    en última instancia, un trueque disfrazado, y que los
    metales preciosos se reparten por sí mismos entre los
    países que los necesitan, dirigiéndose siempre, de
    modo automático, a las naciones que poseen un poder
    adquisitivo en mercancías más elevado, sin que sea
    posible, de ninguna manera, desvirtuar esta ley.

    Por otra parte, las conclusiones prácticas
    extraídas por Ricardo de la teoría de los "costes
    comparativos" no son muy diferentes de las de la teoría de
    los "costes absolutos". Concluyó que todo país saca
    provecho del libre cambio, aunque sea unilateral, y que como las
    ventajas del comercio internacional deben apreciarse sólo
    desde el punto de vista del consumidor, el país que gana
    más es el más pobre (¡oh paradoja!). Debe
    tenerse en cuenta que toda esta teoría ha sido sometida,
    desde John Stuart Mill (1806-1873), a una rigurosa
    revisión 28.

    Si se examina el modelo anteriormente expuesto de
    Ricardo, basado sobre el interesante concepto de la "ventaja
    relativa o comparativa", mediante el cual se concluye que los
    países se especializan en la producción de los
    bienes y servicios que pueden fabricar o prestar con un coste
    relativamente más bajo que otros, y que sigue siendo la
    base última de todos los modelos teóricos del
    comercio internacional, se llega a conclusiones decididamente
    asombrosas. Fue expuesto mediante el recurso al famoso ejemplo
    del comercio de paños y vino, entre Inglaterra y Portugal.
    Si, en Inglaterra, la producción de paños requiere
    el trabajo de 100 hombres durante un año, y la de vino el
    trabajo de 120 hombres durante el mismo período; si, en
    Portugal, la producción de paños requiere el
    trabajo de 90 hombres durante un año, y la de vino el
    trabajo de 80 durante el mismo tiempo, la concienzuda
    conclusión de Ricardo es que a Inglaterra le compensa
    dedicarse a producir sólo paños, y obtener vino por
    importación, mientras que a Portugal le interesa dedicarse
    sólo a la producción de vino, obteniendo los
    paños por importación. Y ello porque en un sistema
    de total libertad de comercio, como el propugnado por Ricardo,
    cada país consagra su capital y su industria a la
    actividad que le parece más útil; los puntos de
    vista del interés individual se alinean perfectamente con
    el bien universal de toda la sociedad, que no es más que
    la suma de todos ellos. En definitiva, enlazando con la doctrina
    ortodoxa, aparece el orden económico por efecto del "orden
    natural" y la "mano invisible del Hacedor" (la "Biblia
    económica" de A. Smith) que desembocan inexorablemente en
    el equilibrio, tendiéndose siempre hacia el lugar donde el
    beneficio sea máximo.

    Ahora bien, según el modelo ricardiano, el
    comercio internacional no se basa precisamente en la competencia,
    sino en la cooperación, que es otra cosa bien diferente.
    En efecto, los países renuncian a competir en la
    producción de unos mismos productos y organizan una
    especie de "división internacional del trabajo".
    Según la idea de Ricardo, hemos visto que cada país
    debe "especializarse" en aquello en lo que tiene ventaja
    relativa. Se genera así un curioso proceso de
    cooperación que se parece más al que se desarrolla
    en el interior de una misma empresa, que a la competencia entre
    empresas rivales que fabrican un mismo producto para el mercado
    libre.

    Desde el punto de vista del consumidor, las
    importaciones procedentes de los países pobres son
    ventajosas y les permiten comprar más baratos esos
    productos, ya que incorporan costes salariales mucho más
    bajos que los de su propio país. Ese constituye
    también un buen argumento de los Gobiernos para controlar
    la temible inflación. Por el contrario, impedir la entrada
    de esos productos perjudicaría a los consumidores, que
    tendrían que pagar unos precios más altos, pero
    favorecería en cambio a los agricultores (que son, por
    cierto, muchos menos) y a otros sectores, ya que evitaría
    que se perdiesen puestos de trabajo dentro del país y que
    salieran divisas para pagar esas importaciones,
    alcanzándose un menor grado de dependencia
    económica del exterior y mejorando la balanza de
    pagos.

    • 2. Las limitaciones del comercio
      internacional

    Resulta evidente en sí misma, pero la
    hipótesis o axioma de que "el libre comercio es mejor que
    cualquier otro tipo de comercio" (v. gr., el que se vea afectado
    por unos aranceles medios del 10% ad valorem) no resulta
    tampoco incontrovertible ni insoslayable.

    Casi todo el mundo está de acuerdo que parece
    mejor favorecer el comercio que restringirlo, pero resulta
    conveniente darse cuenta de que el establecimiento del comercio
    internacional plantea problemas de justicia distributiva, que se
    resisten a ser ocultados bajo la aparente neutralidad de una
    solución "técnica" o de mercado. La ganancia
    producida por el comercio entre países tiene que ser
    repartida adecuadamente entre todos los afectados, ya sean los
    consumidores y obreros de los países desarrollados, los
    obreros de los países menos desarrollados o bien cualquier
    otro colectivo afectado. Tratase, en definitiva, de un problema
    ciertamente complejo y difícil de resolver, donde no
    sólo influyen diferencias de oportunidades
    "técnicas" para el rendimiento del capital, sino
    también complejas situaciones históricas,
    políticas, culturales y laborales.

    Schumpeter entendió el capitalismo mejor que
    ningún otro economista del siglo XX. Percibió que
    el capitalismo no trabaja precisamente para preservar la
    cohesión social. También que, dejado a sus propias
    reglas, el capitalismo podía destruir la propia
    civilización liberal. Por eso aceptó que el
    capitalismo debía de ser domesticado. La
    intervención gubernamental era necesaria para reconciliar
    el dinamismo del sistema capitalista con la estabilidad social.
    Lo mismo resulta cierto para los mercados globales de hoy en
    día.

    Los que hoy creen ciegamente en el laissez
    faire
    mundial hacen eco de Schumpeter sin comprenderlo.
    Creen que al promover prosperidad, los libres mercados logran el
    avance de los valores liberales. Pero no se han dado cuenta de
    que un libre mercado global engendra nuevas variedades de
    nacionalismo y fundamentalismo, incluso aunque produzca nuevas
    élites. Al erosionar los cimientos de las sociedades
    burguesas y al imponer una inestabilidad brutal en los
    países en vías de desarrollo, el capitalismo
    globalizado está poniendo en peligro a la mismísima
    civilización liberal. También está
    dificultando, irresponsablemente, la coexistencia pacífica
    de las diferentes civilizaciones.

    La lógica de la economía global, como
    advertimos al principio, es profundamente contradictoria.
    Está sentada sobre las bases de la velocidad, el riesgo,
    la creatividad, pero también sobre la impunidad en el
    orden internacional, ya que no existen mecanismos de
    regulación y control de los intereses colectivos de la
    humanidad.

    La crisis asiática de hace pocos años es
    sólo un signo de que los libres mercados globales son
    ingobernables. Hoy nos encontramos ante una burbuja de
    proporciones históricas, gigantescas, que puede estallar
    en los mismos Estados Unidos, tan afectados por los atentados
    terroristas del once de septiembre del 2001; una deflación
    atrincherada en Japón y emergente en China; la
    depresión en Indonesia y en varios países
    asiáticos más pequeños; la crisis financiera
    y económica y un probable cambio de régimen en
    Rusia; la profunda crisis económica y social en Argentina;
    ninguno de estos procesos augura estabilidad.

    Por el contrario, muestran el carácter inestable
    de la economía mundial entera.

    Hoy en día, el motor principal de este proceso es
    la rápida difusión de las nuevas tecnologías
    de la información, capaces de abolir las distancias y
    trabajar en tiempo real. Los pensadores convencionales se
    imaginan que la globalización tiende a crear una especie
    de "civilización universal" (a ella nos referiremos
    más adelante en este mismo libro) mediante la
    propagación de los valores y las prácticas de
    Occidente. Particularmente, del Occidente anglosajón y
    angloamericano.

    De hecho, el desarrollo de la economía mundial ha
    ido, sobre todo, en otra dirección. La
    globalización de hoy difiere de la economía
    internacional abierta, establecida bajo los auspicios de los
    imperios europeos en las cuatro o cinco décadas anteriores
    a la Primera Guerra mundial. En el mercado global, ningún
    poder occidental tiene una supremacía equivalente a la
    británica o a la de otros poderes europeos de aquella
    época. No es de extrañar que, a la larga, la
    banalización de las nuevas tecnologías en el mundo
    erosione el poder y los valores occidentales. La
    propagación de las tecnologías nucleares en los
    regímenes anti-occidentales es sólo un
    síntoma de una tendencia mucho más vasta. El
    mercado global no proyecta el libre mercado angloamericano hacia
    el mundo, sino que más bien pone en circulación a
    todos los tipos de capitalismo para no hablar de las variedades
    del libre mercado. La anarquía de los mercados globales
    destruye las viejas formas del capitalismo y promueve nuevas
    variedades. Pero, eso sí, siempre sujetando el todo a una
    incesante y, a menudo, angustiosa inestabilidad.

    Capitulo V:

    El gran
    desengaño librecambista

    1. La falacia de la "solidaridad internacional"
    Por desgracia, el tiempo y la praxis largamente experimentada del
    comercio internacional se han encargado de demostrar que la
    libertad de circulación de las mercancías, llevada
    a sus últimas consecuencias, no ha servido -en
    ningún caso- para proporcionar beneficios relativos a los
    países menos desarrollados, sino más bien al
    contrario: se ha venido acentuando, como es bien sabido, la
    diferencia entre los países ricos y los países
    pobres, derivándose hacia una preocupante situación
    en la que se han hecho todavía más acusadas las
    diferencias de renta y de riqueza entre los pueblos del orbe. El
    gran argumento consistente en el fomento -a través del
    comercio- de la solidaridad hacia los países menos
    favorecidos, se derrumba estrepitosamente al comprobar los
    resultados obtenidos. De este modo, según las
    últimas apreciaciones estadísticas internacionales,
    son ahora más ricos los ricos de los países pobres
    (unas cuantas grandes multinacionales en ellos establecidas que,
    con costes de producción bajísimos, exportan a los
    países del primer mundo, beneficiándose ellas
    solamente) y más pobres los pobres de los países
    ricos (básicamente los agricultores y pequeños
    industriales, que ven sometidas sus producciones a la competencia
    desleal de las de otros países con normativas
    medioambientales, explotación de la mujer, trabajo
    infantil y cargas fiscales y sociales bajísimas o incluso
    inexistentes).

    Y así, veamos que, en relación a la
    pretendida reducción de la pobreza en el mundo, la
    situación actual señala un claro retroceso:
    mientras que la renta Per cápita se sitúa
    cerca de los 25.000 dólares anuales, en 49 de los
    países menos avanzados (más de 34 de ellos
    pertenecientes al continente africano) apenas se alcanzan los 900
    dólares y sólo reciben el 5% de las inversiones
    directas mundiales.

    20% de la gente más rica del mundo recibe por lo
    menos 150 veces más el ingreso del 20% más pobre
    del mundo. Los índices de Gini y de Lorenz, a escala
    mundial, ofrecen una desigualdad insultante y creciente en la
    distribución de la renta y de la riqueza. Está
    claro que la apertura comercial sólo ha beneficiado a los
    que estaban en capacidad de competir y exportar. En
    América Latina, por ejemplo, la apertura significó
    un deterioro en la balanza comercial para el conjunto de los
    países y la ruina para alguno de ellos, como Argentina.
    Por primera vez al cabo de una década, la balanza
    comercial de estos últimos años arrojó
    saldos negativos, con un déficit superior a los 10.000
    millones de dólares para el conjunto de los países
    de la región. Este desfase hubiera sido aún mayor
    de no haber tenido Brasil un superávit de 15.700 millones
    de dólares.

    • 2.  El fomento del fraude a escala
      mundial

    La globalización de la economía puede
    conducir, paradójicamente, a un cierto proteccionismo o
    fomento del fraude fiscal y social a nivel internacional, o
    incluso a un rebajamiento de las diferentes normativas
    protectoras del entorno ambiental, que resulta absolutamente
    intolerado y perseguido en el propio país.

    Vamos a poner un ejemplo ilustrativo del anterior
    aserto. Una zapatería que no pague impuestos estatales o
    locales ni cotizaciones sociales de sus empleados, a los que
    remunere por debajo de lo establecido en el vigente Convenio
    Colectivo Sindical, siempre podrá vender el calzado a un
    precio muy inferior al de la zapatería vecina (en la misma
    ciudad o calle) que cumpla escrupulosamente con sus obligaciones
    fiscales y laborales, y ello sin necesidad alguna de ser mejor
    comerciante minorista o de controlar mejor otros aspectos
    competitivos del negocio.

    En cualquier caso, se observa que, ante el crecimiento
    del desempleo y la aparición de crisis económicas
    cíclicas en los países avanzados, la
    tentación de efectuar un repliegue por grandes bloques
    regionales es grande, imponiéndose el argumento de que
    sólo se puede comerciar con países que respeten las
    mismas o parecidas reglas del juego. Es ésta la
    opinión que condujo a Francia y a los Estados Unidos a
    solicitar, en la conferencia de Marrakech, acaecida en abril de
    1994, la inclusión en los acuerdos fundacionales de la OMC
    de una cierta "cláusula social" 37 para combatir el
    dumping social, aunque, por el momento, los
    países del Tercer Mundo forman un frente de rechazo unido
    a dicha proposición, alegando que el desarrollo
    económico y los intercambios comerciales es lo que les
    permitirá, a priori, mejorar la situación
    de los trabajadores e inducir la desaparición del trabajo
    infantil. Hay que reconocer que, al menos hasta la fecha,
    sólo los USA subordinan su política comercial al
    respeto -por los demás- de los derechos fundamentales de
    los trabajadores.

    • 3. El fracaso del libre mercado
      global.

    Posiblemente, la caída del muro de Berlín
    en 1989, que se produce justamente doscientos años
    después del triunfo de la Revolución Francesa, nos
    muestra la imagen aparentemente definitiva del triunfo, casi sin
    restricciones, del capitalismo liberal a escala planetaria, junto
    con el comienzo de un nuevo siglo y de un nuevo milenio. Dicha
    sensación, según el Prof. Víctor
    Pérez-Díaz 39, ha podido resultar acrecentada por
    la euforia económica cíclica de los últimos
    años en las economías capitalistas avanzadas, al
    tiempo que se despertaba de la pesadilla de las economías
    sometidas al yugo de la planificación central,
    experimentada en los denominados "países emergentes"
    pertenecientes al antiguo bloque socialista popular. Incluso
    parece significativo de este clima de euforia el hecho de que las
    mayores turbulencias económicas de los últimos
    tiempos puedan ser amablemente consideradas como asuntos menores
    o como meros blips o "incidentes" Entre las
    organizaciones transnacionales hay signos efímeros de que
    el fundamentalismo del libre mercado comienza a cuestionarse. A
    veces se critica el dogma de que el capital debe tener una
    movilidad sin restricciones, y de posturas similares a las del
    "consenso de Washington". Sin embargo, el libre mercado
    anglosajón permanece como el modelo o patrón para
    las reformas económicas en todas partes. La idea de que la
    economía mundial debe ser organizada como un solo mercado
    universal, no ha sido aún desafiado.

    Pienso sinceramente que el libre mercado global es un
    proyecto que estaba destinado a fracasar. En esto, como en muchas
    otras cosas, se parece demasiado a ese otro experimento de una
    ingeniería social utópica: el socialismo marxista.
    Ambos movimientos estaban convencidos de que la meta del progreso
    humano debe ser una civilización única. Cada uno
    negaba que una economía moderna pudiera presentarse en
    muchas variedades bien distintas y multiformes. Cada uno estaba
    dispuesto a pagar un alto costo en términos de sufrimiento
    humano para imponer su visión única y providencial
    del mundo. Cada uno se ha envarado ante las necesidades humanas
    vitales. Cada uno le negaba al otro el pan y la sal. Por todo
    ello, ambos están condenados al fracaso.

    El problema es, con seguridad, que los mecanismos
    internacionales para la gestión de las crisis son
    excesivamente inadecuados. La mayoría de los
    líderes, en Europa y Estados Unidos, se preocupan por la
    manera en que sus países podrían protegerse del
    contagio financiero global. Pero el problema a escala global es
    mucho más amplio e históricamente más
    importante. Aunque las economías de Occidente y sus
    sistemas bancarios sobrevivan a la presente crisis sin sufrir
    demasiados daños, los de la periferia ya se han visto muy
    afectados.

    • 4. Los problemas que plantea el comercio
      internacional.

    Básicamente, dichos problemas estriban en que
    este comercio no beneficia por igual a todos los países.
    En efecto:

    • El mundo no está constituido por
      países de igual nivel tecnológico ni
      productivo, sino que más bien existe un mundo
      desarrollado (centro) y otros países subdesarrollados
      (periferia).

    • El coeficiente de elasticidad-renta de la
      función de demanda de los productos manufacturados es
      mayor que la de los productos primarios, que tienden a
      clasificarse como bienes inferiores o de primera
      necesidad.

    • Para obtener los mismos bienes manufacturados, es
      preciso intercambiar cada vez mayores cantidades de productos
      primarios. A principios del siglo XX, en nuestro país,
      valían lo mismo 1 kg. de trigo que 1 kg. de harina que
      1 kg. De pan.

    • Justo un siglo después, las diferencias de
      precios, como puede comprobarse, resultan abismales, con
      especial perjuicio para los colectivos situados en ambos
      extremos de la cadena: el agricultor cerealista y el
      consumidor.

    Las conclusiones que se obtienen de este grupo de ideas
    son las siguientes:

    • El comercio internacional beneficia más a los
      países desarrollados que a los no desarrollados, con
      lo que tiende a incrementar las desigualdades de
      partida.

    • Los aumentos de renta, a escala mundial, dan lugar a
      una demanda creciente de bienes manufacturados y decrecientes
      de productos primarios, y las bajas cotizaciones de
      éstos van a perjudicar a los productores de bienes
      primarios (agricultores y ganaderos) que, aparte de ejercitar
      una importante labor de conservación y mantenimiento
      medioambiental, no suelen ser, precisamente, las clases
      más favorecidas de la Sociedad.

    Esta presión de los países no
    desarrollados dio lugar a la creación de la UNCTAD
    (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo),
    cuyo objetivo estribaba en basar el intercambio internacional no
    sobre la igualdad sino sobre la preferencia. Tuvo dicha
    institución una vida activa en los años
    sesenta-setenta del pasado siglo, en la búsqueda de nuevas
    fórmulas que permitiesen apoyar los procesos de desarrollo
    del tercer mundo. Su realización más destacada ha
    sido el Sistema de Preferencias Generalizadas, en virtud del cual
    los países desarrollados conceden preferencias
    arancelarias, por listas de productos, a los países en
    vías de desarrollo.

    Por último, veamos que las famosas ventajas
    comparativas son cambiantes y generan difíciles procesos
    de ajuste. El concepto ricardiano de "ventaja comparativa o
    relativa", al que nos hemos referido con anterioridad, es un
    modelo estático; su núcleo principal subraya que la
    mayor producción obtenida en la fabricación de una
    serie de bienes decidirá el patrón comercial de
    cada país.

    Pero las ventajas comparativas cambian con el tiempo al
    variar los recursos o factores de producción disponibles
    en cada país, en especial el capital y la técnica;
    así, véase como la técnica computarizada
    alcanza gran importancia y concedió ventajas importantes a
    los países más volcados en su desarrollo, como el
    Japón.

    • 5. La protesta actual contra la libertad de
      comercio.

    La situación de concienciación respecto de
    la problemática que plantea la libertad de comercio
    cambió radicalmente a raíz de los sucesos que
    tuvieron lugar en Seattle durante la reunión de la OMC.
    Alrededor de 50.000 personas de todo el mundo pertenecientes a
    Organizaciones No Gubernamentales, sindicatos, movimientos
    ecologistas, etc., se personaron en esta ciudad para protestar y
    manifestar su total rechazo a la liberalización del
    comercio mundial; la virulencia de las protestas y su importancia
    numérica acapararon la atención de todos los medios
    de comunicación de masas. Desde entonces, estos sucesos se
    han repetido en todas y cada una de las reuniones internacionales
    convocadas, ya sean de instituciones internacionales como el FMI
    y el Banco Mundial, las Cumbres Europeas o bien foros más
    restringidos como el G-8, a los que nos referiremos en el
    apartado siguiente con mayor especificidad.

    Han sido, pues, los acontecimientos ocurridos en Seattle
    los que han dado un gran protagonismo a la OMC, que hasta ese
    momento era una gran desconocida para la inmensa mayoría
    de los ciudadanos. Ahora, juzgamos conveniente contribuir al
    conocimiento de esta organización, cuya misión
    específica es tanto liderar la liberalización de
    los intercambios comerciales internacionales como defender y
    hacer cumplir las normas pactadas que regulan el comercio
    internacional.

    CAPITULO VI:

    Las instituciones
    financieras internacionales

    1) La ya lejana experiencia de Bretton Woods.

    Desde la gran depresión y el hundimiento
    financiero del año 1929, Norteamérica apostaba por
    un mundo económico con los siguientes rasgos: mercados
    abiertos, monedas convertibles, estabilidad en los tipos de
    cambio, facilidad para los movimientos de capital,
    cooperación internacional y primacía de la
    iniciativa privada. Sobre el FMI, que debía ocuparse de la
    cooperación internacional, descansaría todo un
    sistema de cambios fijos basados en los siguientes
    compromisos:

    -Todas las monedas debían ser convertibles y
    mantener, a través del oro, una paridad fija con el
    dólar, con un margen del +/- 1%.

    -Podría haber reajustes de paridades en caso de
    desequilibrio fundamental de la balanza de pagos.

    -Para cubrir desequilibrios no fundamentales de la
    balanza de pagos, el FMI pondría a disposición de
    los países unos recursos a cambio de cumplir ciertas
    condiciones.

    La obligación de sostener los cambios implicaba,
    para los diferentes bancos centrales, la perentoriedad de
    mantener un nivel suficiente de reservas. La asimetría en
    el ajuste exterior atacaba la estabilidad del billete
    verde.

    El sistema así concebido, sin embargo, presentaba
    algunas debilidades que pasamos a enumerar: 1) La confianza
    internacional en el valor de la moneda o incapacidad del sistema
    para dar solución conjunta al problema de liquidez. 2) El
    problema del ajuste, que tenía una triple raíz, a
    saber: a) la resistencia de los países a practicar las
    políticas necesarias para mantener la cotización
    exterior de una moneda, b) la asimetría entre los
    países excedentarios y los deficitarios y c) la
    asimetría entre el país con moneda-reserva y el
    resto de los países. 3) El exceso de dólares minaba
    la Confianza en una moneda y disparaba su conversión en
    oro.

    Como consecuencia de la puesta en marcha del Sistema, se
    fueron presentando sucesivamente diversas "turbulencias". El
    primer sobresalto tuvo lugar en el año 1960, en forma de
    compras especulativas de oro a partir de marcos alemanes
    adquiridos con dólares. También aquellos
    años fueron testigos de las crisis sucesivas de la libra
    esterlina, debida a la sobrevaloración decidida por el
    Gobierno Británico de la época. En 1967 se
    desencadenó una tormenta especulativa contra el
    dólar, seguida de compras masivas de oro. En 1968 y 1969,
    las principales tensiones se dirigen hacia el franco y el marco.
    Hacia finales de 1970, va a producirse una venta masiva de
    dólares contra monedas europeas, lo que llevó a la
    consecuencia de dejar flotar el marco, a la que siguieron otras
    monedas. Las condiciones anunciadoras de la ruptura del sistema
    se habían, pues, producido.

    2)El rol pasado y presente de estas
    instituciones.

    En 1947, dos años después de acabada la
    Segunda Guerra Mundial, los países aliados, con Estados
    Unidos a la cabeza, decidieron sentar las bases de un sistema
    multilateral de comercio que superara el deterioro que
    experimentaron las relaciones comerciales en el periodo de
    entreguerras y que probablemente fue uno de los factores que mas
    contribuyeron a dicho conflicto bélico. El resultado fue
    la firma del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio
    (GATT), cuyo objetivo era liberalizar progresivamente el comercio
    mundial, eliminando las trabas establecidas por los estados
    nacionales y sustituyéndolas por la cooperación
    entre ellos.

    Los principios básicos que inspiraron el GATT
    fueron los siguientes:

    • No-discriminación, esto es, que cualquier
      ventaja que un país contratante conceda a
      otro.

    • Reciprocidad, el país beneficiario de una
      serie de reducciones arancelarias debe ofrecer concesiones
      similares, ya que, de lo contrario, los países
      llevarían a los gobiernos a ofrecer menos
      contrapartidas que las ventajas recibidas, quebrando el
      principio de igualdad de oportunidades.

    • Transparencia, consistente en permitir que sean los
      precios los que regulen el funcionamiento de los
      mercados.

    El GATT fue un acuerdo de carácter provisional,
    puesto que la intención inicial era la de crear una
    organización internacional de comercio, pero al no ser
    ello posible subsistió bajo esta forma durante muchos
    años, contribuyendo directamente a la apertura y
    expansión del comercio entre los países que lo
    suscribieron.

    Repasando un poco la historia aquí relacionada,
    veamos que en la Conferencia de Bretton Woods de julio de 1944
    nacieron dos instituciones: el Fondo Monetario Internacional
    (FMI) y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento
    (BIRF, más comúnmente conocido como Banco Mundial).
    El FMI, con el mandato de velar por la estabilidad de los tipos
    de cambio de las monedas, de promover y supervisar el compromiso
    de los países miembros, de liberalizar las restricciones
    en los pagos por operaciones contabilizadas en la balanza por
    cuenta corriente (exportaciones, importaciones y balanza de
    servicios) y de proveer de recursos financieros temporales a los
    países con problemas en su balanza de pagos. El Banco
    Mundial, con el mandato expreso de proveer de recursos
    financieros, tanto para la reconstrucción como para el
    desarrollo económico. Estas dos instituciones, pues, se
    encargarían de la cooperación económica
    internacional en dos de los tres ejes fundamentales de las
    relaciones económicas internacionales: el monetario y el
    financiero.

    Sin embargo, quedó pendiente la creación
    de una institución encargada de regular
    específicamente las relaciones comerciales
    internacionales, tal como se expresó en la propia
    Conferencia de Bretton Woods. Los trabajos preparatorios fueron
    realizados por las delegaciones americana e inglesa,
    inspirándose en los acuerdos recíprocos que
    había firmado Estados Unidos con numerosos países
    en el período comprendido entre 1934 y 1945. Sin embargo,
    ambas delegaciones mostraron algunas discrepancias de enfoque.
    Mientras los americanos defendían un enfoque
    básicamente liberal, los ingleses supeditaban esta
    liberalización a la prioridad de la política de
    pleno empleo. Esta discrepancia afectaba a los límites que
    se podían establecer en los compromisos de
    liberalización comercial y su supeditación al logro
    del pleno empleo.

    Y no obstante, aún hoy, machacona e
    imperturbablemente, una economía global modelada en los
    libres mercados angloamericanos sigue siendo el objetivo
    declarado del Fondo Monetario Internacional y de las otras
    organizaciones transnacionales similares. Pero los mercados
    globales son máquinas de destrucción creativa. Como
    los mercados del pasado, no avanzan en olas lisas,
    armónicas y graduales. Progresan a través de ciclos
    erráticos de auges y quiebras, tormentas monetarias,
    manías especulativas y crisis financieras. Como sucediera
    con el capitalismo en el pasado, el capitalismo global logra hoy
    su prodigiosa productividad destruyendo viejas industrias,
    oficios tradicionales y modos de vida en armonía con la
    Naturaleza. Pero, eso sí, en una escala
    mundial.

    3)El futuro de estas instituciones.

    Hay que tener en cuenta, por otra parte, que el BM, como
    otras instituciones internacionales, débese a los
    diferentes gobiernos. Las críticas, pues, a sus pautas de
    comportamiento deberían ser dirigidas no sólo al
    organigrama interno del propio Banco, sino también a sus
    Estados miembros. La primera de ellas quizás fuera que el
    BM parte de una paradoja o contradicción de base: funciona
    como un banco comercial y tiene como objetivo prioritario el
    acabar con la pobreza en el mundo. Las soluciones a este dilema
    están fuera del propio banco, en la estructura financiera
    internacional y en la manera cómo se resuelve el problema
    planteado, que el Banco intentó dar respuesta aunque de
    forma errónea: mediante la financiación del
    desarrollo Lo que tiene lugar, hoy por hoy, es una especie de
    beneficencia pública a escala internacional. Los gobiernos
    de los Estados miembros dan lo que quieren a quien quieren,
    cuándo y cómo les conviene. El principio
    básico del proceso estriba en la voluntariedad de la ayuda
    al desarrollo. Por ello, no sería desaforado el
    establecimiento de reglas imperativas que fijen contribuciones
    obligatorias en función de ciertos parámetros o
    criterios objetivos de pobreza. Con excesiva frecuencia, los
    donantes prestan el dinero no necesariamente a los países
    que más los necesitan, sino a aquellos en los que tienen
    mayores intereses políticos o económicos.
    Probablemente, las funciones para las que fueron creadas las
    instituciones financieras multilaterales, en la actualidad, han
    perdido una buena parte de su sentido original, lo que pone bajo
    sospecha su obsolescencia para hacer frente a los retos de la
    sociedad mundial actual.

    4) La ultima ronda de negociaciones comerciales
    internacionales Como organización internacional, la OMC
    tiene tres objetivos principales:

    Ayudar a que las corrientes comerciales circulen con la
    máxima libertad posible.

    Alcanzar gradualmente una mayor liberalización de
    los intercambios.

    Establecer un mecanismo imparcial de solución de
    las diferencias que se puedan presentar.

    En la IV Reunión Ministerial de la
    Organización Mundial de Comercio (OMC), que tuvo lugar en
    Doha, capital de Qatar, del 9 al 14 de noviembre de 2001, se
    produjeron dos acontecimientos ciertamente importantes: la
    admisión de dos nuevos miembros a la Organización,
    China y Taiwan, a partir del 1 de enero de 2002, y el logro del
    consenso de sus 142 países miembros para iniciar una nueva
    ronda de negociaciones comerciales multilaterales (la
    última fue la llamada Ronda Uruguay del GATT), la primera
    que tendrá lugar bajo los auspicios de la OMC, creada en
    1995, con el objetivo ya explicado de liberalizar aún
    más el comercio mundial.

    La convocatoria de una nueva ronda se justifica por
    varios motivos. En primer lugar, en algunos de los acuerdos de la
    OMC estaba ya estipulado que se iniciarían nuevas
    negociaciones en el año 2000. Ello era así para el
    comercio agrícola, el comercio de servicios y
    también debía revisarse el funcionamiento del
    Acuerdo sobre Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con
    el Comercio (ADPIC).

    En segundo lugar, debía concretarse si se
    iniciaban negociaciones sobre los temas de futuro de la OMC, a
    saber: el comercio y el medio ambiente, las normas sobre
    inversiones internacionales y las normas sobre la
    competencia.

    En tercer lugar, había que continuar con la labor
    iniciada con el GATT desde 1948 y proseguir con las consabidas
    reducciones arancelarias que gravan las transacciones comerciales
    y, de este modo, supuestamente, favorecer la expansión de
    la economía internacional.

    CAPITULO VII:

    Internacionalización y
    tradición liberal

    Para Kant, la función propia del entendimiento es
    la facultad de juzgar, esto es, unir en la síntesis
    judicativa los conceptos puros a los datos de la experiencia,
    mientras que la función propia de la razón es
    concluir, o sea, llegar a los últimos resultados. Las
    síntesis finales a las que se aspira constituyen las ideas
    de la razón. El ser humano aspira a la síntesis de
    todos los fenómenos materiales: ésta es la idea del
    mundo como totalidad.

    Según Kant, el "mayor problema de la especie"
    sería la consecución de una cierta "sociedad
    cívica universal" que administrara la ley de la libertad
    entre los hombres, es decir, un orden que maximizara la libertad
    de cada uno de manera que fuera compatible con la de todos los
    demás.

    Debe tenerse presente, respecto al pensamiento de los
    "nuevos liberales" y, muy concretamente del propio Hayek, que fue
    bajo su convocatoria como se reunió -al término de
    la segunda guerra mundial– un grupo notable de economistas cuya
    misión básica consistía en defender una
    vuelta al liberalismo. Un nuevo liberalismo, ciertamente singular
    y contradictorio, puesto que el cuadro diseñado de
    reformas precisas comenzaba por tomarse muy en serio los
    principios del credo liberal y la atribución al Estado de
    la decisiva y difícil tarea de implantarlos a la fuerza.
    Esta convocatoria de Hayek -como ha afirmado M. Friedman-
    demostró que los monetaristas no se hallaban solos y que
    les acompañaban relevantes personalidades que iban a
    desempeñar tareas capitales en el mundo de la postguerra,
    como el presidente italiano Luigi Einaudi o el ministro Ludwig
    Erhard, figura directamente asociada al prodigioso "milagro
    alemán".

    CAPITULO VIII:

    Las empresas
    multinacionales y el comercio internacional

    1) Los efectos discutibles de la
    multinacionalización.

    La influencia y el poder de las grandes empresas
    multinacionales, como ya se ha señalado en algún
    otro pasaje del presente libro, interfieren distorsionando el
    comercio internacional mediante sendos tipos de
    actuaciones:

    • A) Cambiando los parámetros del problema
      comercial por sus intercambios internos.

    • B) Implantándose con el fin de
      deslocalizar la producción.

    Por lo que se refiere al papel de las empresas
    multinacionales, su ventaja esencial radica en el crecimiento de
    su gama de productos o en el nivel de control de su
    producción, antes que en la dotación de factores de
    países diversos. Sin embargo, los bajos costes laborales o
    la abundancia de recursos naturales pueden jugar un importante
    papel en casos concretos de deslocalización industrial. La
    multinacionalización se puede realizar mediante un
    crecimiento interno de la propia empresa, creando una unidad
    productiva en un país extranjero, pero tiene lugar, con
    más frecuencia, mediante el crecimiento exterior a
    través de la adquisición de una empresa extranjera,
    o bien a través de su fusión o
    absorción.

    Estas empresas suelen poseer cifras de negocios
    superiores al presupuesto nacional del país donde
    implantan sus filiales, por lo que su poder es enorme e influye
    decisivamente sobre las políticas económicas de
    dicho país. De este modo, se valora su implantación
    productiva por la creación de ocupación que ello
    comporta y el arrastre económico que inducen. Se afanan en
    "idiotizar" a la población obligando al consumo
    indiscriminado de sus productos mediante campañas de
    publicidad bien orquestadas, al tiempo que controlan los
    gobiernos y dirigen las culturas. Su poder llega hasta obligar a
    los gobiernos de los países donde tienen filiales a frenar
    los aumentos salariales o bien a reducir la fiscalidad o a
    rebajar la normativa medioambiental, so pena de retirar sus
    inversiones y, con ellas, los empleos creados. Su
    producción carece de fronteras y su política no
    tiene nacionalidades, puesto que establecen su estrategia en
    función de sus beneficios sin tener en cuenta, casi nunca,
    los intereses de los países que albergan sus centros de
    producción.

    La hegemonía transnacional vino a ser hace
    algunos años algo así como un golpe de estado
    global: de pronto, desde el interior de la ronda del GATT, vino a
    surgir la voz bronca de un sistema corporativo transnacionalizado
    y extenso que pesaba más que los propios Estados
    allí reunidos. De ahí en adelante, menudearon las
    presentaciones a telón abierto del poder corporativo que
    comenzaba a dictar las normas de aplicación y uso
    planetario. 2) Los costes medioambientales.

    Hace aproximadamente quince años algunos
    climatólogos ya aventuraron que nuestro planeta se estaba
    calentando. Argumentaban que, desde la revolución
    industrial, la humanidad había vertido a la
    atmósfera volúmenes crecientes de gases, sobre todo
    dióxido de carbono (anhídrido carbónico)
    procedente de la combustión de madera y de los
    combustibles fósiles, pero también gases o
    hidrocarburos saturados de efectos refractarios, como el metano,
    procedentes de actividades agrícolas y ganaderas
    efectuadas a gran escala.

    A medida que la industria, el tráfico y la
    agricultura intensiva se desarrollaban, la cantidad de gases
    crecía. Los primeros modelos climáticos asistidos
    por ordenador confirmaron la posibilidad de que, a finales de
    siglo XXI, la temperatura media global del planeta haya subido
    unos 3ºC. A pesar de la evidencia, los científicos
    del PICC (Panel Intergubernamental sobre el Cambio
    Climático) cuestionaban hasta hace poco la relación
    existente entre este cambio y la actividad humana. Su tesis
    sostenía que siempre han habido cambios climáticos
    y el actual es sólo uno más, independientemente de
    la contaminación ambiental.

    Los primeros síntomas evidentes del cambio
    climático parecen ya haber llegado. En la
    Antártida, dos grandes plataformas heladas de la Tierra de
    Graham se han desprendido, confirmando las previsiones
    efectuadas. Pero existen aún más datos:

    – Las temperaturas medias globales se han elevado entre
    0"3 y 0"6ºC durante los últimos 140 años. Los
    nueve años más cálidos de este extenso
    período se registraron a partir de 1980, siendo 1990 su
    momento culminante. Este ascenso constante se manifiesta pese a
    la gran erupción del volcán Pinatubo en 1991, -lo
    que provocó que fuera el único año con un
    descenso de la temperatura media-, que escupió 30 millones
    de toneladas de dióxido de azufre, que actuaron como
    barrera para los rayos solares.

    – Las masas de hielo retroceden en todo el mundo. Los
    glaciares de los Alpes suizos han perdido la mitad de su
    superficie desde 1850 hasta nuestros días y, según
    la NASA, la extensión del suelo ártico
    disminuyó un 2% entre los años 1978 y 1987. El
    Instituto Polar Británico Scott denunció, por su
    parte, que el casquete polar ártico ha perdido entre 4"4 y
    5"3 metros de espesor, mientras el hielo antártico
    disminuye el 1"4% cada década.

    – Durante los últimos 100 años el nivel
    del mar ha subido unos veinte centímetros y este ritmo se
    ha acelerado hasta 3 cm por década. Este ascenso pone al
    borde de la inmersión a varios pequeños estados
    insulares del Océano Pacífico.

    – Además de aumentar de nivel, los mares se
    calientan. En la región tropical, la temperatura del agua
    ha subido 0"54ºC durante los últimos cincuenta
    años. Los cien metros superiores del Pacífico, en
    California, se han calentado una media de 0"8ºC en los
    últimos 42 años y los niveles más profundos
    del Mediterráneo han aumentado 0"12ºC su temperatura
    desde 1959.

    – El aumento global de las temperaturas de la
    atmósfera y del mar también se ha manifestado
    durante las últimas décadas mediante importantes
    sequías en regiones tan alejadas como California, Gran
    Bretaña, España, Brasil o Zambia. Como consecuencia
    de todo ello, se ha acelerado la desertización, que ya
    afecta a un 35% de la superficie terrestre.

    Es evidente que la plena apertura de mares y bosques a
    su conversión en capitales, sigue generando grandes
    ganancias, y ofrenda, por tanto, su contribución suicida
    al avance de la Globalización. Pero ya no es ésta
    una carretera libre de obstáculos como en el pasado: hay
    un límite bien visible a la vieja idea de una naturaleza
    inagotable. Crece además la alarma frente a los
    resultados. Y más todavía que la alarma, con la
    culturización de los pueblos, aumenta la conciencia
    medioambiental entre las gentes, como se ha demostrado en Seattle
    y, de ahí en adelante, en cuanta reunión sonada
    realicen los modernos depredadores de nuestro planeta.

    Hoy en día, el género humano ha aprendido,
    a través de las modernas tecnologías, a superar las
    barreras naturales y físicas (orográficas,
    distancias, océanos, espacio exterior). Anteriormente, el
    equilibrio natural superaba e impedía la absurda capacidad
    de destrucción del Homo sapiens, que ya está
    descontrolada. Por ello, sería un triste consuelo el
    pensar que también puede producirse una catástrofe
    ecológica o social que frene, como consecuencia, esta
    degradación irracional del planeta, puesto que entonces se
    tratará ya de un auténtico problema de
    supervivencia de la especie humana.

    CAPITULO IX:

    Las naciones del
    mundo ante el nuevo orden

    La deuda externa es la suma de las deudas que tiene un
    país con entidades extranjeras. Se compone de deuda
    pública (la contraída por el Estado) y deuda
    privada (la contraída por particulares).

    La deuda externa con respecto a otros países en
    la mayoría de veces se da con frecuencia a través
    de organismos como el Fondo Monetario Internacional o el Banco
    Mundial. Cuando un país deudor tiene problemas para pagar
    su deuda (esto es, para devolverla junto con los intereses
    acordados) sufre repercusiones en su desarrollo económico
    e incluso en su autonomía.

    El principal argumento para que un país contraiga
    una deuda es que teóricamente permite conservar los
    recursos propios y recibir recursos ajenos para explotar,
    procesar o producir nuevos bienes y servicios. Sin embargo, se
    vuelve un problema cuando dicho dinero no se utiliza en aquello
    para lo que fue solicitado, cuando se usa de manera ineficiente o
    cuando las condiciones de devolución se endurecen
    (principalmente a causa de anteriores incumplimientos del
    deudor).

    Según la teoría económica, un nivel
    "razonable" de endeudamiento facilita probablemente el
    crecimiento económico de un país en desarrollo. En
    las primeras etapas de desarrollo, un país tiene masas de
    capital pequeñas y probabilidades de ofrecer oportunidades
    de inversión más rentables que una economía
    avanzada. Mientras use los préstamos para inversiones
    productivas y no esté afectado por inestabilidad
    macroeconómica, políticas que distorsionen los
    incentivos económicos ni fuertes sacudidas, debería
    de tener un crecimiento mayor y poder efectuar rembolsos
    puntuales. Estas predicciones son válidas incluso en
    teorías basadas en el supuesto más realista de que
    un país quizá no pueda obtener crédito
    libremente a causa del riesgo de repudio de la deuda. ¿Por
    qué se reduce el crecimiento cuando la deuda se acumula
    hasta un nivel elevado? La explicación más conocida
    la dan las teorías del sobreendeudamiento: si hay alguna
    probabilidad de que la deuda llegue a superar la capacidad de
    rembolso del país, el costo previsto del servicio de la
    deuda desalentará la inversión nacional y
    extranjera, perjudicando al crecimiento. Los posibles
    inversionistas tendrán temor de que cuanto más se
    produzca, más "gravarán" los acreedores para que la
    deuda externa se salde, y por ende estarán menos
    dispuestos a afrontar un costo hoy para obtener más en el
    futuro. Aunque los modelos de sobreendeudamiento no analizan
    explícitamente los efectos sobre el crecimiento, cabe
    inferir que un saldo de deuda elevado obstaculiza el crecimiento
    en parte al reducir la inversión. Como el saldo de la
    deuda tiene también un efecto de incentivo, tienden a ser
    menos las ventajas que se puede esperar de reformas propicias
    para la eficiencia y el crecimiento como la liberalización
    del comercio y el saneamiento de las finanzas públicas: un
    gobierno estará menos dispuesto a afrontar costos ahora si
    los beneficios que representa un producto mayor van a parar en
    parte a manos de prestamistas extranjeros.

    La economía de Japón es la tercera mayor a
    nivel mundial, tras los Estados Unidos y China. La
    cooperación entre el gobierno y las industrias, la
    costumbre japonesa del trabajo duro y el dominio de la
    tecnología han llevado a Japón al éxito
    económico del que disfruta hoy en menos de medio
    siglo.

    Los sectores estratégicos de la economía
    japonesa, como es ampliamente conocido, son los productos
    manufacturados y tecnología, sobre todo los
    vehículos, artículos electrónicos e
    industria del acero. Sin embargo la agricultura en Japón
    es bastante ineficiente, según los estándares
    actuales, y recibe muchos subsidios del estado. El sector de las
    finanzas está desarrollándose mucho en la
    actualidad debido en gran parte a su moneda, el yen que es la
    tercera más transada tras el dólar estadounidense y
    el euro.

    Tras 40 años de un crecimiento económico
    constante y a veces espectacular, la economía japonesa no
    creció de manera significativa durante el decenio de 1990,
    situación revertida desde 2003, año desde el cual
    la economía ha vuelto a crecer significativamente. Se
    puede afirmar que la economía japonesa ha sido sin lugar a
    dudas el fenómeno económico de la segunda mitad del
    siglo XX. Este éxito fue el resultado de un control
    exhaustivo de las importaciones, una inversión muy elevada
    en el interior y una política de exportación muy
    agresiva dirigida por el poderoso Ministerio de Comercio
    Internacional e Industria. El resultado es un Producto Interior
    Bruto de más de 5 billones de dólares
    estadounidenses y una balanza comercial positiva de más de
    100 mil millones de dólares. Los principales socios
    comerciales de Japón son: Estados Unidos, China, Malasia,
    Tailandia, Corea del Sur, Alemania y el resto de los estados
    miembros de la Unión Europea. Japón es el segundo
    país con mayor equidad de ingresos per
    cápita.

    Características notables de la economía
    japonesa incluyen una fuerte unidad entre productores,
    manufactureros y distribuidores, reunidos en grupos conocidos
    como keiretsu; los fuertes gremios empresariales y shunto y la
    garantía del empleo vitalicio para la mayoría de
    los trabajadores. Muchas de estas características se han
    visto deterioradas a través de los años.

    CAPITULO X:

    La
    globalización y el Euro

    El Euro, la moneda única europea, es el resultado
    de un proceso de integración económica que
    empezó en 1950, con la creación de la
    asociación del carbón y el acero. Algunos analistas
    económicos y políticos establecen que las
    motivaciones de dicha unión más que
    económicas fueron políticas, ya que una Europa
    unida por lazos comerciales evitaría que se volvieran a
    dar conflictos de gran envergadura como la primera y segunda
    guerras mundiales. En este sentido, la asociación
    mencionada evolucionó transformándose en la
    Comunidad Económica Europea y recientemente en una
    Unión Económica y Monetaria (UEM).

    La Unión Económica y Monetaria es la
    culminación del proyecto de integración europeo
    desde la perspectiva monetaria. Se trata de una vieja
    aspiración europea, que tiene sus raíces en el
    final de los años sesenta y que fue definitivamente
    reconocida en términos institucionales con la reforma del
    Tratado de la Comunidad Europea, que se llevó a cabo en
    Maastricht a principios de la actual década.

    El principal objetivo de la UEM es la
    implantación de una moneda, el Euro, única en todos
    los Estados miembros de este proyecto de integración. La
    introducción de la moneda única puede entenderse
    como el corolario necesario al proyecto de mercado interior,
    iniciado a finales de los ochenta, que debe permitir la libre
    circulación de personas, mercancías y capitales por
    todo el territorio de la Unión Europea.

    Para facilitar el manejo de una política
    monetaria única por parte del Banco Central Europeo se
    establecieron en el tratado de Maastricht ciertos criterios
    económicos que los países deben cumplir, los
    llamados criterios de convergencia (déficit, deuda
    pública, inflación, tipos de interés y
    estabilidad del tipo de cambio). Con estos criterios se garantiza
    la convergencia económica entre los países que
    comparten la misma moneda, de tal forma que el resto de las
    políticas económicas sea compatible.

    EFECTOS EN EL COMERCIO INTERNACIONAL Se espera que
    desciendan los costos de transacción y de
    utilización de la moneda única, sin necesidad de
    pagar comisiones de cambio de divisa, ni se tendrá que
    realizar operaciones de cobertura o de aseguramiento del riesgo
    de cambio.

    En el comercio exterior extracomunitario, dado el peso
    económico de los países que integrarán el
    área del Euro, se espera que una parte de las
    transacciones será denominada en Euros y no en
    dólares. Esto, además del prestigio internacional
    que supone, beneficiará a los agentes económicos
    europeos, que soportarán un menor riesgo de cambio ante
    las turbulencias en el mercado del dólar.

    Con respecto a los efectos sobre los tipos de
    interés, el cumplimiento de los criterios de convergencia
    y la necesidad de mantener la disciplina presupuestaria se
    traducirán, en algunos países, en una
    reducción de los tipos de interés tanto nominal
    como real.

    Efectos en Latinoamérica Europa es un importante
    socio comercial de la región Latinoamericana, cabe decir
    que, en la década de los noventa América Latina
    exporta a la Unión Europea el 19% del total de lo
    exportado, mientras que con relación a las exportaciones a
    USA, Japón y la UE, el total comerciado con la
    última fue de 28%. La inversión externa directa de
    la UE en Latinoamérica ha aumentado en términos
    absolutos durante los noventa, como resultado de los cambios
    políticos y avances democratizadores y económicos
    (mayor apertura al exterior, énfasis en equilibrios
    macroeconómicos y reformas estructurales).

    Si bien es cierto que en América Latina queda
    mucho por hacer para llegar a equipararse a un proceso como el
    europeo, que cuenta con cuarenta años de
    integración comercial exitosa y que ha pasado por un largo
    proceso de liberalización, adecuada regulación y
    coordinación, así como de tener un mercado
    único en funcionamiento en forma ininterrumpida,
    Latinoamérica debe aprovechar la oportunidad para observar
    los desarrollos previos y los resultados que se están
    obteniendo en Europa, en torno a la UEM.

    La puesta en marcha de la UEM y la creación de la
    moneda única es una gran oportunidad de aprendizaje para
    los esquemas integracionistas de América Latina, por lo
    que es altamente recomendable que la región identifique,
    evalúe y de ser conveniente interiorice los aspectos
    monetarios y macroeconómicos de la integración
    europea, tanto en lo relativo al aspecto propio de
    integración financiera, como al de su eventual impacto
    sobre el comercio, los flujos de capitales y la inversión
    externa directa con Europa

    VENTAJAS

    DESVENTAJAS

    • Reducción de los costos de
      transacción en el comercio y turismo, derivados
      de la conversión de las distintas
      monedas.

    • Reducción en tasas de interés a
      largo plazo. Disminución de la prima de riesgo
      implícita en los tipos de interés reales,
      como consecuencia de la eliminación de la
      incertidumbre respecto al nivel de los tipos de
      cambio.

    • Impulso a la integración de los
      mercados nacionales. Sin la estabilidad del tipo de
      cambio, el mercado único no sería
      sostenible políticamente, puesto que
      habría países interesados en devaluar su
      moneda para obtener ganancias de mercado y de
      localización de las inversiones.

    • Reforzamiento de la estabilidad de precios,
      con el consiguiente aumento de eficiencia en la
      asignación de recursos para el crecimiento a
      mediano plazo.

    • Aumento del prestigio y poder de
      negociación de los países, como
      consecuencia del mayor tamaño de la nueva unidad
      de decisión representativa.

    • La pérdida del instrumento cambiario
      como elemento de ajuste no es total, puesto que el Euro
      puede variar en relación con otras monedas de
      fuera del área de la UME.

    • La disciplina fiscal también va
      asociada a un crecimiento más elevado en el
      mediano plazo.

    • Antes del Euro, la política monetaria
      tampoco era autónoma para fijar las condiciones
      financieras de la economía, sino solo las de
      corto plazo, puesto que la integración de los
      mercados financieros hace que dichas condiciones
      están cada vez más influidas por el
      comportamiento de inversores no residentes

    • La perspectiva de una entrada en la UME puede
      ayudar a reducir la inflación con menores costos
      reales, al debilitar las expectativas de
      inflación.

    • El mayor tamaño de los mercados
      financieros puede permitir una mejor explotación
      de las economías de escala.

    • Ante el aumento de demanda de la nueva moneda,
      los exportadores fijarán los precios en Euros,
      lo que es más favorable para ellos.

    ? La pérdida del instrumento cambiario para
    hacer frente a posibles perturbaciones. Esta pérdida
    será más importante cuanto más
    asimétricas sean las perturbaciones en la UME,
    cuanto menos diversificadas estén las
    economías nacionales y cuanto más cerradas
    sean (porque en caso contrario, el tipo de cambio no es un
    instrumento de ajuste adecuado, al originar variaciones de
    precios y del tipo de cambio real, que neutralizan los
    efectos iniciales).

    ? La pérdida del instrumento cambiario se
    agrava por la casi inexistencia de otras variables que
    permitan compensarla. La mano de obra es escasamente
    móvil, precios y salarios se muestran rígidos
    para modificar el tipo de cambio real en la
    dirección adecuada, los límites impuestos al
    déficit público y la deuda en el Tratado de
    Maastricht reducen el margen de maniobra de la
    política fiscal.

    ? La política monetaria pierde la
    autonomía para adecuar los tipos de interés a
    las condiciones de la economía. Las decisiones se
    tomarán de forma conjunta, lo que en la
    práctica produce los mismos resultados comentados al
    inicio de esta columna.

    ? Se sacrifica la persecución de un
    equilibrio económico determinado, en términos
    de inflación y desempleo, por otro fijado de acuerdo
    con otros países.

    ? La reducción de la inflación, en
    algunos países tiene elevados costos reales, como
    consecuencia de la política restrictiva que hay que
    instrumentar para alcanzar el objetivo.

    ? Los beneficios de la UME son vagos, abstractos,
    más políticos y psicológicos que
    económicos y, además, se recogen en el largo
    plazo. Los costos, por el contrario, son ciertos, concretos
    y se manifiestan a corto plazo.

     

    CAPITULO XI:

    La tasa Tobin.
    ¿Una incipiente solución para el
    futuro?

    La tasa Tobin o ITF (Impuesto a las transacciones
    financieras) es un tipo de tasa sobre las transacciones
    financieras que fue propuesta por el economista estadounidense
    James Tobin en sus Janeway Lectures en la Universidad de
    Princeton en el año 1971.

    El impuesto a las transacciones financieras fue ideado
    para amortiguar las fluctuaciones en los tipos de cambios. La
    idea es muy simple: se aplicaría, en cada cambio de una
    moneda en otra, un pequeño impuesto -digamos un 0,5% del
    volumen de la transacción-. Esto disuade a los
    especuladores ya que muchos inversores invierten su dinero en
    moneda extranjera a muy corto plazo por lo que tendrían
    que pagar el impuesto muchas veces. Sin impuestos lo que ocurre
    cuando el dinero se retira inmediatamente es que los
    países deben aumentar de un modo drástico los
    intereses para que su moneda siga siendo atractiva a los flujos
    financieros. Pero el alto interés y la constante
    fluctuación son desastrosos para la economía
    nacional, como se ha demostrado con las crisis financieras de la
    década de 1990 en México, el Sureste
    asiático y Rusia. Con mi propuesta de impuesto a las
    transacciones financieras los países recuperarían
    cierto margen de maniobra para defender la economía
    nacional y sería por tanto una medida que limitaría
    el poder excesivo de los mercados financiero.

    Lo que James Tobin proponía en realidad era una
    tasa impositiva de entre un 0,1% – 0,25% sobre el importe
    de la transacción realizada. El objetivo era desestimular
    el flujo de capitales para operaciones a muy corto plazo. La tasa
    perseguía contrarrestar la ganancia obtenida, que en este
    tipo de operaciones siempre es muy reducida. En palabras del
    propio Tobin, "echar arena al aceitado mecanismo de las
    especulaciones que hacen viaje de ida y vuelta en días o
    pocas semanas". Claramente la cabeza se nos va directa a los
    instrumentos financieros complejos, de alto riesgo y alta
    volatilidad. La ganancia real en este tipo de operaciones se
    consigue por la velocidad a la que se mueve el capital en
    cuestión. Como son varias las personas o entidades que
    están implicadas en estas operaciones especuladoras, hasta
    el punto de realizar varias operaciones en el día. Al
    tener que pagar la tasa Tobin por cada una de las operaciones
    realizadas, los intermediarios se pensarían mucho llevar a
    cabo esos movimientos cortoplacistas, principalmente por el hecho
    de que sería complicado obtener algún tipo de
    ganancia. Si el movimiento es a un año, la
    operación no se vería afectada por ningún
    tipo de imposición, no estaríamos ante algo
    próximo al riesgo.

    Si nos referimos a más de un año en el
    tiempo, la idea que se buscaba con la tasa Tobin, nada
    tenía que ver con el control de los mercados que ahora se
    buscaría, poner un freno al tráfico de cambio de
    divisas, sino que con lo recaudado se pensaba en una forma de
    reducir la pobreza. De ahí el interés del
    movimiento antiglobalización para financiar sus proyectos
    con los que mejorar el mundo, y por buscarle una salida a esta
    recaudación.

    Ahí fue donde los liberales se mostraron poco
    conformes a la aplicación de la idea de James Tobin,
    más cuando obstaculizaba el libre comercio. Lo cierto es
    que uno de los problemas, al no verse adaptadas estas medidas por
    todos los países, vendría por el lado de los
    intermediarios financieros, que se encargarían de buscar
    los recovecos del sistema y los lugares exentos a este control,
    para realizar rápidos y cortos movimientos de capital con
    los que sacar un beneficio. No sólo hay esta trampa,
    también nos encontraríamos con la dificultad de
    definir qué tipo de capital se podría considerar
    productivo o entraría dentro de lo que se podría
    considerar como especulativo (pese a que definamos a ésta
    como el ejercicio de cualquier tipo de actividad económica
    cuyo objeto es solo la obtención de ganancias, sin mediar
    el aporte de algún producto o servicio que incremente la
    riqueza de la sociedad). Transformar unos en otros sería
    fácil para los inversores, con lo que se saltarían
    la regla base de la tasa Tobin. Y además, dado que muchos
    países pobres tienen sus monedas ligadas al dólar,
    cuando entrase en juego el cambio del capital al euro para
    pasarlo al dólar y a la moneda del país en
    cuestión, estas operaciones se verían sometidas a
    un doble gravamen.

    Es difícil calibrar si la tasa Tobin hubiera
    evitado la crisis, sí es probable que la hubiese
    amortiguado, pero requiere de una serie de variables vitales para
    haberla aplicado: los países y sus intereses. Mientras
    había dinero nadie pensaba en las dificultades, y sin
    embargo, el mismo problema que se está viviendo ahora
    sucedió a principios de los años 70, que fue donde
    Tobin dio su alternativa, hasta lograr el Premio Nobel en 1981,
    pero no principalmente por la tasa por la que sí se ha
    terminado haciendo famoso.

    José García Solanes, Doctor en Ciencias
    Económicas y Empresariales, defiende las buenas
    intenciones de la propuesta, pero plantea una larga lista de
    inconvenientes para su puesta en marcha. Conviene desvelar buenas
    intenciones sociales en unos momentos en los que la
    especulación destructiva, la corrupción y las
    ingentes ayudas a quienes causaron la crisis sacuden las bases
    del sistema. Pero, como siempre, la reflexión serena que
    sigue a los primeros impulsos acaba ratificando la lógica
    económica y devolviendo la tasa al baúl de la buena
    conciencia social. Hasta que alguien la despierte otra
    vez".

    Según el La tasa Tobin tiene dos grandes
    problemas: "Primero, para ser viable y eficaz, tendría que
    aplicarse en todos los países del planeta que disponen de
    mercados de capitales bien desarrollados, algo totalmente
    impensable. Segundo, los bancos y las empresas multinacionales
    pueden sortearla, en gran parte, con la ayuda de prácticas
    financieras cada vez más sofisticadas e ingeniosas. Por
    consiguiente, la tasa Tobin, por desgracia, no resulta aplicable
    en la UE".

    John Dillon sostiene que no es necesario disponer del
    acuerdo unánime sobre la viabilidad de una TTF
    internacional antes de avanzar. Propone su introducción
    gradual, comenzando seguramente en Europa donde el apoyo a la
    misma es mayor. El primer paso podría incluir un impuesto
    sobre los instrumentos financieros en unos pocos países.
    Stephan Schulmeister del Austrian Institute for Economic
    Re-search ha sugerido que inicialmente Gran Bretaña y
    Alemania podrían implementar el impuesto en un amplio
    conjunto de instrumentos financieros dado que el 97% de todas las
    transacciones sobre divisas en la Unión Europea tiene
    lugar en estos dos países CAPITULO XII.

    Un ejemplo
    relevante: la situación de los frutos secos
    españoles ante el comercio mundial

    Se escogió como ejemplo aleatorio, un subsector
    agrícola español gravemente amenazado por la
    internacionalización económica que estamos
    tratando, especialmente en dos de sus grandes producciones: la
    almendra y la Avellana. De la primera el problema se representa
    en la producción estadounidense y la segunda en la
    producción turca.

    Esta situación está determinada por las
    siguientes características:

    • El ingreso de España en la Comunidad
      Económica Europea.

    • La Unión Europea, que constituye el mayor
      mercado para las exportaciones estadounidenses de almendra y
      de otros frutos de cáscara.

    • El proceso de ampliación de la UE-12 a la
      UE-15 implicó una ampliación de 45.000 Tm. a
      90.000 Tm.

    • La avellana (en grano y en cáscara)
      partía de un arancel del 4%, acordándose una
      reducción del 20% en seis tramos.

    • Corea del Sur ha reducido sus aranceles para la
      almendra en cáscara de un 50% a un 21%, y de un 50% a
      un 30% para las nueces.

    • Tailandia va a reducir a la mitad los aranceles para
      la importación de nueces y almendras
      tostadas.

    • Malasia también reducirá sus tarifas
      para las almendras, las nueces, las avellanas, las
      castañas y los pistachos de algo más del 5% al
      0%.

    • En 1992 la India suprimió todas las
      restricciones cuantitativas a la importación de la
      almendra.

    Existe una gran posibilidad de que el mercado
    internacional quede en manos de un único proveedor,
    Estados Unidos, debido a que es el primer productor mundial de
    almendras; Teniendo en cuenta que España es el segundo
    productor mundial, así como de las nueces y Turquía
    en el de la avellana), en una situación de monopolio real,
    que probablemente sobrellevaría un incremento de los
    precios internacionales, como se demuestra, en el caso de la
    almendra, en los estudios realizados por ALSTON, J.M., SEXTON,
    R.J. y otros (1993), y con toda seguridad, a una mayor
    situación de dependencia de la Unión Europea,
    fuerte y crecientemente deficitaria en estos
    productos.

    El cultivo de los frutos secos ha sido una actividad
    desde hace siglos en España y sus árboles y frutos
    son gran parte de su ecosistema, además de poseer gran
    importancia económica y social para muchas
    regiones.

    En 1989, la comisión europea introdujo una serie
    de medidas estratégicas para aumentar la producción
    del sector, últimamente estipulo un soporte máximo
    por hectáreas de 241,5 euros de los cuales 75%
    serán cofinanciados por la unión europea y el 25%
    por los estados miembros, reduciendo así la
    atribución de la unión europea y aumentando la de
    los países miembros.

    Por último, para hacer frente a la difícil
    situación de las avellanas, una ayuda suplementaria de 15
    euros/100 Kg. se acordó para esta producción
    durante un año, pero con la condición de que
    únicamente podrán acogerse a la misma las
    organizaciones de Productores que no puedan acogerse a la
    prórroga de los Planes de Mejora. La baja de los precios
    de los productos los lleva a la sensación que desde
    Bruselas, poco a poco pero inexorablemente, se va dejando hundir
    al sector sin plantear una necesaria estrategia de futuro que,
    hoy por hoy, sólo puede llegar mediante el estudio, en
    profundidad, de todos los aspectos del problema. Se espera que
    con estas medidas se valore la decisión de regular las
    importaciones procedentes de los terceros países, para
    establecer una normativa que regule el mercado interior y definir
    las estrategias de calidad de estos productos y fijar al fin una
    verdadera ayuda para los agricultores.

    Conclusión

    La globalización en sí misma es un proceso
    continuo y dinámico, que desafía las leyes de los
    países en su forma de regular el funcionamiento de
    empresas y el comportamiento económico de los individuos a
    nivel internacional que, si bien pueden dar trabajo a la
    población desocupada o ser los contratados, también
    pueden beneficiarse de irregularidades y debilidades subsistentes
    en un determinado país.

    Las nuevas condiciones socio-económicas terminan
    difuminando el poder y las atribuciones de los
    estados-nación. Ante este panorama surgen con fuerza las
    ciudades, grandes metrópolis, que compiten entre ellas
    para atraer capital, talento y turismo. Han dejado de formar
    parte de un orden jerárquico que establecía su
    preeminencia en factores poblacionales, de conectividad, o
    culturales. En la globalización las ciudades son una
    puerta, un nodo de acceso a la economía global, y las
    ciudades dejan de ser límites, y pasan a conformar
    redes.

    Un aspecto importante de anotar, es que la
    globalización tiene también un matiz
    ofensivo/defensivo. Es un proceso que más que unir,
    divide, y geoestratégicamente viene a depositarse sobre
    una desgarrada lucha por superar una profunda crisis que se viene
    arrastrando, durante la última década, en medio de
    una competencia cada vez más feroz por el reparto de las
    ganancias y de los territorios

     

    UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMEMTAL POLITECNICA

    "ANTONIO JOSE DE SUCRE"

    VICE-RECTORADO PUERTO ORDAZ

    DEPARTEMENTO DE INGENIERIA INDUSTRIAL

    CATEDRA: INGENIERIA FINANCIERA

    Puerto Ordaz, Febrero 2015

     

    Prof.

    Msc Ing Ivan Turmero

     

    Integrantes:

    Elba Vivas

    Mikael Guevara

    Gabriel Bustamante

    Deisy Zambrano

    Yuleivis Leon

     

     

    Autor:

    Iván José Turmero Astros

    Partes: 1, 2
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