¿Por qué los ricos son más ricos en los países pobres? (página 2)
Para proteger la industria nacional. Este argumento
es y ha sido utilizado por los países en desarrollo
que quieren garantizar su independencia económica y/o
potenciar su escasa capacidad de generar divisas.
Para defender determinados sectores
económicos que no sólo cumplen una
función económica básica, como la
alimentación humana, sino que juegan un relevante
papel social y medioambiental, por ejemplo la
agricultura.
Para defender determinados valores culturales, por
ejemplo la industria audiovisual y su componente
lingüístico y antropológico.
Para garantizar la paz social a corto plazo, por lo
que se protege a las industrias nacionales y a sus colectivos
de trabajadores de los costes dolorosos del ajuste que se
derivarían de un comercio libre.
Por motivos puramente recaudatorios, ya que los
ingresos arancelarios constituyen, en algunos países,
una de sus principales fuentes de ingresos fiscales y, por
ello, susceptibles de aflojar la presión fiscal que
soporta la ciudadanía.
La política comercial influye sobre el comercio
internacional mediante aranceles, contingentes o cuotas a la
importación, barreras no arancelarias y las subvenciones a
la exportación. Un arancel es un impuesto que se le exige
a los productos extranjeros para elevar las ventas en el mercado
interior y, así proteger los productos nacionales de la
competencia de bienes procedentes del exterior.
Hay diversos grados de apertura de un país al
comercio internacional. El más cerrado, la
autarquía absoluta, negarse a cualquier
importación; un pequeño grado de apertura
implicaría permitir la importación de productos que
no pudieran ser fabricados en el interior del país. Pero
lo que observamos en el mundo real es algo más avanzado:
con mucha frecuencia se comercia con productos que podrían
ser fabricados fácilmente por el país importador
(galletas, camisas) pero que resulta más ventajoso
adquirirlos en el exterior.
3. La Protección a la
Agricultura
Durante mucho tiempo ha sido cierto que los agricultores
europeos se han beneficiado de un verdadero sostenimiento de su
actividad, traducida en subvenciones a la exportación e
impuestos a la importación si el precio en la UE era
superior al precio mundial. Por otra parte, el sostenimiento
interno de los precios agrícolas en la UE mantenía
la renta de los agricultores, pero inducía un estado de
sobreproducción permanente. Mediante los acuerdos de Blair
House (renegociados al final de la Ronda Uruguay del GATT) y la
reforma de la PAC (Política Agrícola Comunitaria),
Europa ha cambiado de estrategia. A partir de ahora, los precios
agrícolas no están ya sostenidos y los agricultores
están obligados a efectuar drásticas reducciones de
sus producciones con el objetivo de rebajar los precios europeos
al nivel mundial para reencontrar su competitividad
perdida.
La creencia extendida de que la agricultura comunitaria
es la más protegida del planeta. El Comisario de
Agricultura de la UE, Franz Fischler, en una reciente
intervención en e National Press Club of Washington DC,
aclaró esta situación y explicó cómo
es el modelo agrario de la agricultura americana y europea.
Fischler indicó que muchas veces se escucha que la mitad
del presupuesto de la Unión Europea se destina a la
agricultura, lo cual crea importantes equívocos. En este
sentido, hizo notar que el presupuesto de la UE es muy
pequeño, dado que no constituye la suma de los
presupuestos nacionales de todos los Estados miembros y apenas
alcanza un 4,5% del presupuesto general de los Estados
Unidos.
También existen argumentos a favor del
proteccionismo (vía aranceles o cualquier otra forma de
política comercial) que, no resisten un análisis
económico riguroso. No obstante, son innumerables los
ejemplos que la vida real nos ofrece de prácticas
proteccionistas. La persistente presión en favor de
medidas proteccionistas se debe en buena medida al hecho de que
los productores tienen más que ganar (en términos
per capita) que los consumidores. Esto explica que a los
productores les resulte rentable organizarse para defender sus
intereses. Por otro lado, los productores nacionales prefieren
que se establezcan aranceles o cualquier otra medida
proteccionista antes de que se les concedan subvenciones directas
a la producción, debido a que los costes sociales de
aquellas medidas proteccionistas son menos visibles que los
costes generados por las subvenciones directas, creándose
menos agravios comparativos.
Capítulo IV:
La paradoja
competitiva del modelo ricardiano
1. El pensamiento económico de los
clásicos
El francés J. B. Say (1767-1832) en su famosa
"ley de los mercados": la oferta genera su propia demanda. La
demanda efectiva sostiene, por su suficiencia, el pleno empleo y
la plena capacidad de producción, independientemente de la
oferta. De un modo general, en sus razonamientos, los
clásicos no tomaron bastante en cuenta el hecho de que los
hombres y las mujeres se agrupan en naciones; desconocieron la
gran fuerza de colusión del sentimiento nacional, y
éste es un error todavía digno de tener en
consideración en nuestros días frente al
fenómeno de la globalización económica.
Algunos, como D. Ricardo, analizaron defectuosamente la movilidad
de hombres, capitales y productos en el interior de un
país y de un país a otro. Desde luego, Ricardo se
mostró enseguida bien diferente de A. Smith: desde el
punto de vista metodológico, era mucho menos cultivado que
el denominado "padre de la economía ortodoxa" (Joseph
Schumpeter considera a Ricardo como una especie de empirista, que
carece de una filosofía general y de toda
sociología) y, naturalmente, mucho más
dogmático, sistemático y abstracto. Mediocre
escritor, desarrolló sus demostraciones sin recurrir a las
imágenes, a los ejemplos, a la observación de los
hechos, presentándolos siempre en forma de razonamiento
deductivo. Y así, su estilo se caracteriza por el abuso de
la expresión "supongamos que…". Al igual que Smith, y
aún mejor todavía que éste, afirmó,
en contra del mercantilismo, que el intercambio internacional es,
en última instancia, un trueque disfrazado, y que los
metales preciosos se reparten por sí mismos entre los
países que los necesitan, dirigiéndose siempre, de
modo automático, a las naciones que poseen un poder
adquisitivo en mercancías más elevado, sin que sea
posible, de ninguna manera, desvirtuar esta ley.
Por otra parte, las conclusiones prácticas
extraídas por Ricardo de la teoría de los "costes
comparativos" no son muy diferentes de las de la teoría de
los "costes absolutos". Concluyó que todo país saca
provecho del libre cambio, aunque sea unilateral, y que como las
ventajas del comercio internacional deben apreciarse sólo
desde el punto de vista del consumidor, el país que gana
más es el más pobre (¡oh paradoja!). Debe
tenerse en cuenta que toda esta teoría ha sido sometida,
desde John Stuart Mill (1806-1873), a una rigurosa
revisión 28.
Si se examina el modelo anteriormente expuesto de
Ricardo, basado sobre el interesante concepto de la "ventaja
relativa o comparativa", mediante el cual se concluye que los
países se especializan en la producción de los
bienes y servicios que pueden fabricar o prestar con un coste
relativamente más bajo que otros, y que sigue siendo la
base última de todos los modelos teóricos del
comercio internacional, se llega a conclusiones decididamente
asombrosas. Fue expuesto mediante el recurso al famoso ejemplo
del comercio de paños y vino, entre Inglaterra y Portugal.
Si, en Inglaterra, la producción de paños requiere
el trabajo de 100 hombres durante un año, y la de vino el
trabajo de 120 hombres durante el mismo período; si, en
Portugal, la producción de paños requiere el
trabajo de 90 hombres durante un año, y la de vino el
trabajo de 80 durante el mismo tiempo, la concienzuda
conclusión de Ricardo es que a Inglaterra le compensa
dedicarse a producir sólo paños, y obtener vino por
importación, mientras que a Portugal le interesa dedicarse
sólo a la producción de vino, obteniendo los
paños por importación. Y ello porque en un sistema
de total libertad de comercio, como el propugnado por Ricardo,
cada país consagra su capital y su industria a la
actividad que le parece más útil; los puntos de
vista del interés individual se alinean perfectamente con
el bien universal de toda la sociedad, que no es más que
la suma de todos ellos. En definitiva, enlazando con la doctrina
ortodoxa, aparece el orden económico por efecto del "orden
natural" y la "mano invisible del Hacedor" (la "Biblia
económica" de A. Smith) que desembocan inexorablemente en
el equilibrio, tendiéndose siempre hacia el lugar donde el
beneficio sea máximo.
Ahora bien, según el modelo ricardiano, el
comercio internacional no se basa precisamente en la competencia,
sino en la cooperación, que es otra cosa bien diferente.
En efecto, los países renuncian a competir en la
producción de unos mismos productos y organizan una
especie de "división internacional del trabajo".
Según la idea de Ricardo, hemos visto que cada país
debe "especializarse" en aquello en lo que tiene ventaja
relativa. Se genera así un curioso proceso de
cooperación que se parece más al que se desarrolla
en el interior de una misma empresa, que a la competencia entre
empresas rivales que fabrican un mismo producto para el mercado
libre.
Desde el punto de vista del consumidor, las
importaciones procedentes de los países pobres son
ventajosas y les permiten comprar más baratos esos
productos, ya que incorporan costes salariales mucho más
bajos que los de su propio país. Ese constituye
también un buen argumento de los Gobiernos para controlar
la temible inflación. Por el contrario, impedir la entrada
de esos productos perjudicaría a los consumidores, que
tendrían que pagar unos precios más altos, pero
favorecería en cambio a los agricultores (que son, por
cierto, muchos menos) y a otros sectores, ya que evitaría
que se perdiesen puestos de trabajo dentro del país y que
salieran divisas para pagar esas importaciones,
alcanzándose un menor grado de dependencia
económica del exterior y mejorando la balanza de
pagos.
2. Las limitaciones del comercio
internacional
Resulta evidente en sí misma, pero la
hipótesis o axioma de que "el libre comercio es mejor que
cualquier otro tipo de comercio" (v. gr., el que se vea afectado
por unos aranceles medios del 10% ad valorem) no resulta
tampoco incontrovertible ni insoslayable.
Casi todo el mundo está de acuerdo que parece
mejor favorecer el comercio que restringirlo, pero resulta
conveniente darse cuenta de que el establecimiento del comercio
internacional plantea problemas de justicia distributiva, que se
resisten a ser ocultados bajo la aparente neutralidad de una
solución "técnica" o de mercado. La ganancia
producida por el comercio entre países tiene que ser
repartida adecuadamente entre todos los afectados, ya sean los
consumidores y obreros de los países desarrollados, los
obreros de los países menos desarrollados o bien cualquier
otro colectivo afectado. Tratase, en definitiva, de un problema
ciertamente complejo y difícil de resolver, donde no
sólo influyen diferencias de oportunidades
"técnicas" para el rendimiento del capital, sino
también complejas situaciones históricas,
políticas, culturales y laborales.
Schumpeter entendió el capitalismo mejor que
ningún otro economista del siglo XX. Percibió que
el capitalismo no trabaja precisamente para preservar la
cohesión social. También que, dejado a sus propias
reglas, el capitalismo podía destruir la propia
civilización liberal. Por eso aceptó que el
capitalismo debía de ser domesticado. La
intervención gubernamental era necesaria para reconciliar
el dinamismo del sistema capitalista con la estabilidad social.
Lo mismo resulta cierto para los mercados globales de hoy en
día.
Los que hoy creen ciegamente en el laissez
faire mundial hacen eco de Schumpeter sin comprenderlo.
Creen que al promover prosperidad, los libres mercados logran el
avance de los valores liberales. Pero no se han dado cuenta de
que un libre mercado global engendra nuevas variedades de
nacionalismo y fundamentalismo, incluso aunque produzca nuevas
élites. Al erosionar los cimientos de las sociedades
burguesas y al imponer una inestabilidad brutal en los
países en vías de desarrollo, el capitalismo
globalizado está poniendo en peligro a la mismísima
civilización liberal. También está
dificultando, irresponsablemente, la coexistencia pacífica
de las diferentes civilizaciones.
La lógica de la economía global, como
advertimos al principio, es profundamente contradictoria.
Está sentada sobre las bases de la velocidad, el riesgo,
la creatividad, pero también sobre la impunidad en el
orden internacional, ya que no existen mecanismos de
regulación y control de los intereses colectivos de la
humanidad.
La crisis asiática de hace pocos años es
sólo un signo de que los libres mercados globales son
ingobernables. Hoy nos encontramos ante una burbuja de
proporciones históricas, gigantescas, que puede estallar
en los mismos Estados Unidos, tan afectados por los atentados
terroristas del once de septiembre del 2001; una deflación
atrincherada en Japón y emergente en China; la
depresión en Indonesia y en varios países
asiáticos más pequeños; la crisis financiera
y económica y un probable cambio de régimen en
Rusia; la profunda crisis económica y social en Argentina;
ninguno de estos procesos augura estabilidad.
Por el contrario, muestran el carácter inestable
de la economía mundial entera.
Hoy en día, el motor principal de este proceso es
la rápida difusión de las nuevas tecnologías
de la información, capaces de abolir las distancias y
trabajar en tiempo real. Los pensadores convencionales se
imaginan que la globalización tiende a crear una especie
de "civilización universal" (a ella nos referiremos
más adelante en este mismo libro) mediante la
propagación de los valores y las prácticas de
Occidente. Particularmente, del Occidente anglosajón y
angloamericano.
De hecho, el desarrollo de la economía mundial ha
ido, sobre todo, en otra dirección. La
globalización de hoy difiere de la economía
internacional abierta, establecida bajo los auspicios de los
imperios europeos en las cuatro o cinco décadas anteriores
a la Primera Guerra mundial. En el mercado global, ningún
poder occidental tiene una supremacía equivalente a la
británica o a la de otros poderes europeos de aquella
época. No es de extrañar que, a la larga, la
banalización de las nuevas tecnologías en el mundo
erosione el poder y los valores occidentales. La
propagación de las tecnologías nucleares en los
regímenes anti-occidentales es sólo un
síntoma de una tendencia mucho más vasta. El
mercado global no proyecta el libre mercado angloamericano hacia
el mundo, sino que más bien pone en circulación a
todos los tipos de capitalismo para no hablar de las variedades
del libre mercado. La anarquía de los mercados globales
destruye las viejas formas del capitalismo y promueve nuevas
variedades. Pero, eso sí, siempre sujetando el todo a una
incesante y, a menudo, angustiosa inestabilidad.
Capitulo V:
El gran
desengaño librecambista
1. La falacia de la "solidaridad internacional"
Por desgracia, el tiempo y la praxis largamente experimentada del
comercio internacional se han encargado de demostrar que la
libertad de circulación de las mercancías, llevada
a sus últimas consecuencias, no ha servido -en
ningún caso- para proporcionar beneficios relativos a los
países menos desarrollados, sino más bien al
contrario: se ha venido acentuando, como es bien sabido, la
diferencia entre los países ricos y los países
pobres, derivándose hacia una preocupante situación
en la que se han hecho todavía más acusadas las
diferencias de renta y de riqueza entre los pueblos del orbe. El
gran argumento consistente en el fomento -a través del
comercio- de la solidaridad hacia los países menos
favorecidos, se derrumba estrepitosamente al comprobar los
resultados obtenidos. De este modo, según las
últimas apreciaciones estadísticas internacionales,
son ahora más ricos los ricos de los países pobres
(unas cuantas grandes multinacionales en ellos establecidas que,
con costes de producción bajísimos, exportan a los
países del primer mundo, beneficiándose ellas
solamente) y más pobres los pobres de los países
ricos (básicamente los agricultores y pequeños
industriales, que ven sometidas sus producciones a la competencia
desleal de las de otros países con normativas
medioambientales, explotación de la mujer, trabajo
infantil y cargas fiscales y sociales bajísimas o incluso
inexistentes).
Y así, veamos que, en relación a la
pretendida reducción de la pobreza en el mundo, la
situación actual señala un claro retroceso:
mientras que la renta Per cápita se sitúa
cerca de los 25.000 dólares anuales, en 49 de los
países menos avanzados (más de 34 de ellos
pertenecientes al continente africano) apenas se alcanzan los 900
dólares y sólo reciben el 5% de las inversiones
directas mundiales.
20% de la gente más rica del mundo recibe por lo
menos 150 veces más el ingreso del 20% más pobre
del mundo. Los índices de Gini y de Lorenz, a escala
mundial, ofrecen una desigualdad insultante y creciente en la
distribución de la renta y de la riqueza. Está
claro que la apertura comercial sólo ha beneficiado a los
que estaban en capacidad de competir y exportar. En
América Latina, por ejemplo, la apertura significó
un deterioro en la balanza comercial para el conjunto de los
países y la ruina para alguno de ellos, como Argentina.
Por primera vez al cabo de una década, la balanza
comercial de estos últimos años arrojó
saldos negativos, con un déficit superior a los 10.000
millones de dólares para el conjunto de los países
de la región. Este desfase hubiera sido aún mayor
de no haber tenido Brasil un superávit de 15.700 millones
de dólares.
2. El fomento del fraude a escala
mundial
La globalización de la economía puede
conducir, paradójicamente, a un cierto proteccionismo o
fomento del fraude fiscal y social a nivel internacional, o
incluso a un rebajamiento de las diferentes normativas
protectoras del entorno ambiental, que resulta absolutamente
intolerado y perseguido en el propio país.
Vamos a poner un ejemplo ilustrativo del anterior
aserto. Una zapatería que no pague impuestos estatales o
locales ni cotizaciones sociales de sus empleados, a los que
remunere por debajo de lo establecido en el vigente Convenio
Colectivo Sindical, siempre podrá vender el calzado a un
precio muy inferior al de la zapatería vecina (en la misma
ciudad o calle) que cumpla escrupulosamente con sus obligaciones
fiscales y laborales, y ello sin necesidad alguna de ser mejor
comerciante minorista o de controlar mejor otros aspectos
competitivos del negocio.
En cualquier caso, se observa que, ante el crecimiento
del desempleo y la aparición de crisis económicas
cíclicas en los países avanzados, la
tentación de efectuar un repliegue por grandes bloques
regionales es grande, imponiéndose el argumento de que
sólo se puede comerciar con países que respeten las
mismas o parecidas reglas del juego. Es ésta la
opinión que condujo a Francia y a los Estados Unidos a
solicitar, en la conferencia de Marrakech, acaecida en abril de
1994, la inclusión en los acuerdos fundacionales de la OMC
de una cierta "cláusula social" 37 para combatir el
dumping social, aunque, por el momento, los
países del Tercer Mundo forman un frente de rechazo unido
a dicha proposición, alegando que el desarrollo
económico y los intercambios comerciales es lo que les
permitirá, a priori, mejorar la situación
de los trabajadores e inducir la desaparición del trabajo
infantil. Hay que reconocer que, al menos hasta la fecha,
sólo los USA subordinan su política comercial al
respeto -por los demás- de los derechos fundamentales de
los trabajadores.
3. El fracaso del libre mercado
global.
Posiblemente, la caída del muro de Berlín
en 1989, que se produce justamente doscientos años
después del triunfo de la Revolución Francesa, nos
muestra la imagen aparentemente definitiva del triunfo, casi sin
restricciones, del capitalismo liberal a escala planetaria, junto
con el comienzo de un nuevo siglo y de un nuevo milenio. Dicha
sensación, según el Prof. Víctor
Pérez-Díaz 39, ha podido resultar acrecentada por
la euforia económica cíclica de los últimos
años en las economías capitalistas avanzadas, al
tiempo que se despertaba de la pesadilla de las economías
sometidas al yugo de la planificación central,
experimentada en los denominados "países emergentes"
pertenecientes al antiguo bloque socialista popular. Incluso
parece significativo de este clima de euforia el hecho de que las
mayores turbulencias económicas de los últimos
tiempos puedan ser amablemente consideradas como asuntos menores
o como meros blips o "incidentes" Entre las
organizaciones transnacionales hay signos efímeros de que
el fundamentalismo del libre mercado comienza a cuestionarse. A
veces se critica el dogma de que el capital debe tener una
movilidad sin restricciones, y de posturas similares a las del
"consenso de Washington". Sin embargo, el libre mercado
anglosajón permanece como el modelo o patrón para
las reformas económicas en todas partes. La idea de que la
economía mundial debe ser organizada como un solo mercado
universal, no ha sido aún desafiado.
Pienso sinceramente que el libre mercado global es un
proyecto que estaba destinado a fracasar. En esto, como en muchas
otras cosas, se parece demasiado a ese otro experimento de una
ingeniería social utópica: el socialismo marxista.
Ambos movimientos estaban convencidos de que la meta del progreso
humano debe ser una civilización única. Cada uno
negaba que una economía moderna pudiera presentarse en
muchas variedades bien distintas y multiformes. Cada uno estaba
dispuesto a pagar un alto costo en términos de sufrimiento
humano para imponer su visión única y providencial
del mundo. Cada uno se ha envarado ante las necesidades humanas
vitales. Cada uno le negaba al otro el pan y la sal. Por todo
ello, ambos están condenados al fracaso.
El problema es, con seguridad, que los mecanismos
internacionales para la gestión de las crisis son
excesivamente inadecuados. La mayoría de los
líderes, en Europa y Estados Unidos, se preocupan por la
manera en que sus países podrían protegerse del
contagio financiero global. Pero el problema a escala global es
mucho más amplio e históricamente más
importante. Aunque las economías de Occidente y sus
sistemas bancarios sobrevivan a la presente crisis sin sufrir
demasiados daños, los de la periferia ya se han visto muy
afectados.
4. Los problemas que plantea el comercio
internacional.
Básicamente, dichos problemas estriban en que
este comercio no beneficia por igual a todos los países.
En efecto:
El mundo no está constituido por
países de igual nivel tecnológico ni
productivo, sino que más bien existe un mundo
desarrollado (centro) y otros países subdesarrollados
(periferia).
El coeficiente de elasticidad-renta de la
función de demanda de los productos manufacturados es
mayor que la de los productos primarios, que tienden a
clasificarse como bienes inferiores o de primera
necesidad.
Para obtener los mismos bienes manufacturados, es
preciso intercambiar cada vez mayores cantidades de productos
primarios. A principios del siglo XX, en nuestro país,
valían lo mismo 1 kg. de trigo que 1 kg. de harina que
1 kg. De pan.Justo un siglo después, las diferencias de
precios, como puede comprobarse, resultan abismales, con
especial perjuicio para los colectivos situados en ambos
extremos de la cadena: el agricultor cerealista y el
consumidor.
Las conclusiones que se obtienen de este grupo de ideas
son las siguientes:
El comercio internacional beneficia más a los
países desarrollados que a los no desarrollados, con
lo que tiende a incrementar las desigualdades de
partida.
Los aumentos de renta, a escala mundial, dan lugar a
una demanda creciente de bienes manufacturados y decrecientes
de productos primarios, y las bajas cotizaciones de
éstos van a perjudicar a los productores de bienes
primarios (agricultores y ganaderos) que, aparte de ejercitar
una importante labor de conservación y mantenimiento
medioambiental, no suelen ser, precisamente, las clases
más favorecidas de la Sociedad.
Esta presión de los países no
desarrollados dio lugar a la creación de la UNCTAD
(Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo),
cuyo objetivo estribaba en basar el intercambio internacional no
sobre la igualdad sino sobre la preferencia. Tuvo dicha
institución una vida activa en los años
sesenta-setenta del pasado siglo, en la búsqueda de nuevas
fórmulas que permitiesen apoyar los procesos de desarrollo
del tercer mundo. Su realización más destacada ha
sido el Sistema de Preferencias Generalizadas, en virtud del cual
los países desarrollados conceden preferencias
arancelarias, por listas de productos, a los países en
vías de desarrollo.
Por último, veamos que las famosas ventajas
comparativas son cambiantes y generan difíciles procesos
de ajuste. El concepto ricardiano de "ventaja comparativa o
relativa", al que nos hemos referido con anterioridad, es un
modelo estático; su núcleo principal subraya que la
mayor producción obtenida en la fabricación de una
serie de bienes decidirá el patrón comercial de
cada país.
Pero las ventajas comparativas cambian con el tiempo al
variar los recursos o factores de producción disponibles
en cada país, en especial el capital y la técnica;
así, véase como la técnica computarizada
alcanza gran importancia y concedió ventajas importantes a
los países más volcados en su desarrollo, como el
Japón.
5. La protesta actual contra la libertad de
comercio.
La situación de concienciación respecto de
la problemática que plantea la libertad de comercio
cambió radicalmente a raíz de los sucesos que
tuvieron lugar en Seattle durante la reunión de la OMC.
Alrededor de 50.000 personas de todo el mundo pertenecientes a
Organizaciones No Gubernamentales, sindicatos, movimientos
ecologistas, etc., se personaron en esta ciudad para protestar y
manifestar su total rechazo a la liberalización del
comercio mundial; la virulencia de las protestas y su importancia
numérica acapararon la atención de todos los medios
de comunicación de masas. Desde entonces, estos sucesos se
han repetido en todas y cada una de las reuniones internacionales
convocadas, ya sean de instituciones internacionales como el FMI
y el Banco Mundial, las Cumbres Europeas o bien foros más
restringidos como el G-8, a los que nos referiremos en el
apartado siguiente con mayor especificidad.
Han sido, pues, los acontecimientos ocurridos en Seattle
los que han dado un gran protagonismo a la OMC, que hasta ese
momento era una gran desconocida para la inmensa mayoría
de los ciudadanos. Ahora, juzgamos conveniente contribuir al
conocimiento de esta organización, cuya misión
específica es tanto liderar la liberalización de
los intercambios comerciales internacionales como defender y
hacer cumplir las normas pactadas que regulan el comercio
internacional.
CAPITULO VI:
Las instituciones
financieras internacionales
1) La ya lejana experiencia de Bretton Woods.
Desde la gran depresión y el hundimiento
financiero del año 1929, Norteamérica apostaba por
un mundo económico con los siguientes rasgos: mercados
abiertos, monedas convertibles, estabilidad en los tipos de
cambio, facilidad para los movimientos de capital,
cooperación internacional y primacía de la
iniciativa privada. Sobre el FMI, que debía ocuparse de la
cooperación internacional, descansaría todo un
sistema de cambios fijos basados en los siguientes
compromisos:
-Todas las monedas debían ser convertibles y
mantener, a través del oro, una paridad fija con el
dólar, con un margen del +/- 1%.
-Podría haber reajustes de paridades en caso de
desequilibrio fundamental de la balanza de pagos.
-Para cubrir desequilibrios no fundamentales de la
balanza de pagos, el FMI pondría a disposición de
los países unos recursos a cambio de cumplir ciertas
condiciones.
La obligación de sostener los cambios implicaba,
para los diferentes bancos centrales, la perentoriedad de
mantener un nivel suficiente de reservas. La asimetría en
el ajuste exterior atacaba la estabilidad del billete
verde.
El sistema así concebido, sin embargo, presentaba
algunas debilidades que pasamos a enumerar: 1) La confianza
internacional en el valor de la moneda o incapacidad del sistema
para dar solución conjunta al problema de liquidez. 2) El
problema del ajuste, que tenía una triple raíz, a
saber: a) la resistencia de los países a practicar las
políticas necesarias para mantener la cotización
exterior de una moneda, b) la asimetría entre los
países excedentarios y los deficitarios y c) la
asimetría entre el país con moneda-reserva y el
resto de los países. 3) El exceso de dólares minaba
la Confianza en una moneda y disparaba su conversión en
oro.
Como consecuencia de la puesta en marcha del Sistema, se
fueron presentando sucesivamente diversas "turbulencias". El
primer sobresalto tuvo lugar en el año 1960, en forma de
compras especulativas de oro a partir de marcos alemanes
adquiridos con dólares. También aquellos
años fueron testigos de las crisis sucesivas de la libra
esterlina, debida a la sobrevaloración decidida por el
Gobierno Británico de la época. En 1967 se
desencadenó una tormenta especulativa contra el
dólar, seguida de compras masivas de oro. En 1968 y 1969,
las principales tensiones se dirigen hacia el franco y el marco.
Hacia finales de 1970, va a producirse una venta masiva de
dólares contra monedas europeas, lo que llevó a la
consecuencia de dejar flotar el marco, a la que siguieron otras
monedas. Las condiciones anunciadoras de la ruptura del sistema
se habían, pues, producido.
2)El rol pasado y presente de estas
instituciones.
En 1947, dos años después de acabada la
Segunda Guerra Mundial, los países aliados, con Estados
Unidos a la cabeza, decidieron sentar las bases de un sistema
multilateral de comercio que superara el deterioro que
experimentaron las relaciones comerciales en el periodo de
entreguerras y que probablemente fue uno de los factores que mas
contribuyeron a dicho conflicto bélico. El resultado fue
la firma del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio
(GATT), cuyo objetivo era liberalizar progresivamente el comercio
mundial, eliminando las trabas establecidas por los estados
nacionales y sustituyéndolas por la cooperación
entre ellos.
Los principios básicos que inspiraron el GATT
fueron los siguientes:
No-discriminación, esto es, que cualquier
ventaja que un país contratante conceda a
otro.Reciprocidad, el país beneficiario de una
serie de reducciones arancelarias debe ofrecer concesiones
similares, ya que, de lo contrario, los países
llevarían a los gobiernos a ofrecer menos
contrapartidas que las ventajas recibidas, quebrando el
principio de igualdad de oportunidades.Transparencia, consistente en permitir que sean los
precios los que regulen el funcionamiento de los
mercados.
El GATT fue un acuerdo de carácter provisional,
puesto que la intención inicial era la de crear una
organización internacional de comercio, pero al no ser
ello posible subsistió bajo esta forma durante muchos
años, contribuyendo directamente a la apertura y
expansión del comercio entre los países que lo
suscribieron.
Repasando un poco la historia aquí relacionada,
veamos que en la Conferencia de Bretton Woods de julio de 1944
nacieron dos instituciones: el Fondo Monetario Internacional
(FMI) y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento
(BIRF, más comúnmente conocido como Banco Mundial).
El FMI, con el mandato de velar por la estabilidad de los tipos
de cambio de las monedas, de promover y supervisar el compromiso
de los países miembros, de liberalizar las restricciones
en los pagos por operaciones contabilizadas en la balanza por
cuenta corriente (exportaciones, importaciones y balanza de
servicios) y de proveer de recursos financieros temporales a los
países con problemas en su balanza de pagos. El Banco
Mundial, con el mandato expreso de proveer de recursos
financieros, tanto para la reconstrucción como para el
desarrollo económico. Estas dos instituciones, pues, se
encargarían de la cooperación económica
internacional en dos de los tres ejes fundamentales de las
relaciones económicas internacionales: el monetario y el
financiero.
Sin embargo, quedó pendiente la creación
de una institución encargada de regular
específicamente las relaciones comerciales
internacionales, tal como se expresó en la propia
Conferencia de Bretton Woods. Los trabajos preparatorios fueron
realizados por las delegaciones americana e inglesa,
inspirándose en los acuerdos recíprocos que
había firmado Estados Unidos con numerosos países
en el período comprendido entre 1934 y 1945. Sin embargo,
ambas delegaciones mostraron algunas discrepancias de enfoque.
Mientras los americanos defendían un enfoque
básicamente liberal, los ingleses supeditaban esta
liberalización a la prioridad de la política de
pleno empleo. Esta discrepancia afectaba a los límites que
se podían establecer en los compromisos de
liberalización comercial y su supeditación al logro
del pleno empleo.
Y no obstante, aún hoy, machacona e
imperturbablemente, una economía global modelada en los
libres mercados angloamericanos sigue siendo el objetivo
declarado del Fondo Monetario Internacional y de las otras
organizaciones transnacionales similares. Pero los mercados
globales son máquinas de destrucción creativa. Como
los mercados del pasado, no avanzan en olas lisas,
armónicas y graduales. Progresan a través de ciclos
erráticos de auges y quiebras, tormentas monetarias,
manías especulativas y crisis financieras. Como sucediera
con el capitalismo en el pasado, el capitalismo global logra hoy
su prodigiosa productividad destruyendo viejas industrias,
oficios tradicionales y modos de vida en armonía con la
Naturaleza. Pero, eso sí, en una escala
mundial.
3)El futuro de estas instituciones.
Hay que tener en cuenta, por otra parte, que el BM, como
otras instituciones internacionales, débese a los
diferentes gobiernos. Las críticas, pues, a sus pautas de
comportamiento deberían ser dirigidas no sólo al
organigrama interno del propio Banco, sino también a sus
Estados miembros. La primera de ellas quizás fuera que el
BM parte de una paradoja o contradicción de base: funciona
como un banco comercial y tiene como objetivo prioritario el
acabar con la pobreza en el mundo. Las soluciones a este dilema
están fuera del propio banco, en la estructura financiera
internacional y en la manera cómo se resuelve el problema
planteado, que el Banco intentó dar respuesta aunque de
forma errónea: mediante la financiación del
desarrollo Lo que tiene lugar, hoy por hoy, es una especie de
beneficencia pública a escala internacional. Los gobiernos
de los Estados miembros dan lo que quieren a quien quieren,
cuándo y cómo les conviene. El principio
básico del proceso estriba en la voluntariedad de la ayuda
al desarrollo. Por ello, no sería desaforado el
establecimiento de reglas imperativas que fijen contribuciones
obligatorias en función de ciertos parámetros o
criterios objetivos de pobreza. Con excesiva frecuencia, los
donantes prestan el dinero no necesariamente a los países
que más los necesitan, sino a aquellos en los que tienen
mayores intereses políticos o económicos.
Probablemente, las funciones para las que fueron creadas las
instituciones financieras multilaterales, en la actualidad, han
perdido una buena parte de su sentido original, lo que pone bajo
sospecha su obsolescencia para hacer frente a los retos de la
sociedad mundial actual.
4) La ultima ronda de negociaciones comerciales
internacionales Como organización internacional, la OMC
tiene tres objetivos principales:
Ayudar a que las corrientes comerciales circulen con la
máxima libertad posible.
Alcanzar gradualmente una mayor liberalización de
los intercambios.
Establecer un mecanismo imparcial de solución de
las diferencias que se puedan presentar.
En la IV Reunión Ministerial de la
Organización Mundial de Comercio (OMC), que tuvo lugar en
Doha, capital de Qatar, del 9 al 14 de noviembre de 2001, se
produjeron dos acontecimientos ciertamente importantes: la
admisión de dos nuevos miembros a la Organización,
China y Taiwan, a partir del 1 de enero de 2002, y el logro del
consenso de sus 142 países miembros para iniciar una nueva
ronda de negociaciones comerciales multilaterales (la
última fue la llamada Ronda Uruguay del GATT), la primera
que tendrá lugar bajo los auspicios de la OMC, creada en
1995, con el objetivo ya explicado de liberalizar aún
más el comercio mundial.
La convocatoria de una nueva ronda se justifica por
varios motivos. En primer lugar, en algunos de los acuerdos de la
OMC estaba ya estipulado que se iniciarían nuevas
negociaciones en el año 2000. Ello era así para el
comercio agrícola, el comercio de servicios y
también debía revisarse el funcionamiento del
Acuerdo sobre Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con
el Comercio (ADPIC).
En segundo lugar, debía concretarse si se
iniciaban negociaciones sobre los temas de futuro de la OMC, a
saber: el comercio y el medio ambiente, las normas sobre
inversiones internacionales y las normas sobre la
competencia.
En tercer lugar, había que continuar con la labor
iniciada con el GATT desde 1948 y proseguir con las consabidas
reducciones arancelarias que gravan las transacciones comerciales
y, de este modo, supuestamente, favorecer la expansión de
la economía internacional.
CAPITULO VII:
Internacionalización y
tradición liberal
Para Kant, la función propia del entendimiento es
la facultad de juzgar, esto es, unir en la síntesis
judicativa los conceptos puros a los datos de la experiencia,
mientras que la función propia de la razón es
concluir, o sea, llegar a los últimos resultados. Las
síntesis finales a las que se aspira constituyen las ideas
de la razón. El ser humano aspira a la síntesis de
todos los fenómenos materiales: ésta es la idea del
mundo como totalidad.
Según Kant, el "mayor problema de la especie"
sería la consecución de una cierta "sociedad
cívica universal" que administrara la ley de la libertad
entre los hombres, es decir, un orden que maximizara la libertad
de cada uno de manera que fuera compatible con la de todos los
demás.
Debe tenerse presente, respecto al pensamiento de los
"nuevos liberales" y, muy concretamente del propio Hayek, que fue
bajo su convocatoria como se reunió -al término de
la segunda guerra mundial– un grupo notable de economistas cuya
misión básica consistía en defender una
vuelta al liberalismo. Un nuevo liberalismo, ciertamente singular
y contradictorio, puesto que el cuadro diseñado de
reformas precisas comenzaba por tomarse muy en serio los
principios del credo liberal y la atribución al Estado de
la decisiva y difícil tarea de implantarlos a la fuerza.
Esta convocatoria de Hayek -como ha afirmado M. Friedman-
demostró que los monetaristas no se hallaban solos y que
les acompañaban relevantes personalidades que iban a
desempeñar tareas capitales en el mundo de la postguerra,
como el presidente italiano Luigi Einaudi o el ministro Ludwig
Erhard, figura directamente asociada al prodigioso "milagro
alemán".
CAPITULO VIII:
Las empresas
multinacionales y el comercio internacional
1) Los efectos discutibles de la
multinacionalización.
La influencia y el poder de las grandes empresas
multinacionales, como ya se ha señalado en algún
otro pasaje del presente libro, interfieren distorsionando el
comercio internacional mediante sendos tipos de
actuaciones:
A) Cambiando los parámetros del problema
comercial por sus intercambios internos.B) Implantándose con el fin de
deslocalizar la producción.
Por lo que se refiere al papel de las empresas
multinacionales, su ventaja esencial radica en el crecimiento de
su gama de productos o en el nivel de control de su
producción, antes que en la dotación de factores de
países diversos. Sin embargo, los bajos costes laborales o
la abundancia de recursos naturales pueden jugar un importante
papel en casos concretos de deslocalización industrial. La
multinacionalización se puede realizar mediante un
crecimiento interno de la propia empresa, creando una unidad
productiva en un país extranjero, pero tiene lugar, con
más frecuencia, mediante el crecimiento exterior a
través de la adquisición de una empresa extranjera,
o bien a través de su fusión o
absorción.
Estas empresas suelen poseer cifras de negocios
superiores al presupuesto nacional del país donde
implantan sus filiales, por lo que su poder es enorme e influye
decisivamente sobre las políticas económicas de
dicho país. De este modo, se valora su implantación
productiva por la creación de ocupación que ello
comporta y el arrastre económico que inducen. Se afanan en
"idiotizar" a la población obligando al consumo
indiscriminado de sus productos mediante campañas de
publicidad bien orquestadas, al tiempo que controlan los
gobiernos y dirigen las culturas. Su poder llega hasta obligar a
los gobiernos de los países donde tienen filiales a frenar
los aumentos salariales o bien a reducir la fiscalidad o a
rebajar la normativa medioambiental, so pena de retirar sus
inversiones y, con ellas, los empleos creados. Su
producción carece de fronteras y su política no
tiene nacionalidades, puesto que establecen su estrategia en
función de sus beneficios sin tener en cuenta, casi nunca,
los intereses de los países que albergan sus centros de
producción.
La hegemonía transnacional vino a ser hace
algunos años algo así como un golpe de estado
global: de pronto, desde el interior de la ronda del GATT, vino a
surgir la voz bronca de un sistema corporativo transnacionalizado
y extenso que pesaba más que los propios Estados
allí reunidos. De ahí en adelante, menudearon las
presentaciones a telón abierto del poder corporativo que
comenzaba a dictar las normas de aplicación y uso
planetario. 2) Los costes medioambientales.
Hace aproximadamente quince años algunos
climatólogos ya aventuraron que nuestro planeta se estaba
calentando. Argumentaban que, desde la revolución
industrial, la humanidad había vertido a la
atmósfera volúmenes crecientes de gases, sobre todo
dióxido de carbono (anhídrido carbónico)
procedente de la combustión de madera y de los
combustibles fósiles, pero también gases o
hidrocarburos saturados de efectos refractarios, como el metano,
procedentes de actividades agrícolas y ganaderas
efectuadas a gran escala.
A medida que la industria, el tráfico y la
agricultura intensiva se desarrollaban, la cantidad de gases
crecía. Los primeros modelos climáticos asistidos
por ordenador confirmaron la posibilidad de que, a finales de
siglo XXI, la temperatura media global del planeta haya subido
unos 3ºC. A pesar de la evidencia, los científicos
del PICC (Panel Intergubernamental sobre el Cambio
Climático) cuestionaban hasta hace poco la relación
existente entre este cambio y la actividad humana. Su tesis
sostenía que siempre han habido cambios climáticos
y el actual es sólo uno más, independientemente de
la contaminación ambiental.
Los primeros síntomas evidentes del cambio
climático parecen ya haber llegado. En la
Antártida, dos grandes plataformas heladas de la Tierra de
Graham se han desprendido, confirmando las previsiones
efectuadas. Pero existen aún más datos:
– Las temperaturas medias globales se han elevado entre
0"3 y 0"6ºC durante los últimos 140 años. Los
nueve años más cálidos de este extenso
período se registraron a partir de 1980, siendo 1990 su
momento culminante. Este ascenso constante se manifiesta pese a
la gran erupción del volcán Pinatubo en 1991, -lo
que provocó que fuera el único año con un
descenso de la temperatura media-, que escupió 30 millones
de toneladas de dióxido de azufre, que actuaron como
barrera para los rayos solares.
– Las masas de hielo retroceden en todo el mundo. Los
glaciares de los Alpes suizos han perdido la mitad de su
superficie desde 1850 hasta nuestros días y, según
la NASA, la extensión del suelo ártico
disminuyó un 2% entre los años 1978 y 1987. El
Instituto Polar Británico Scott denunció, por su
parte, que el casquete polar ártico ha perdido entre 4"4 y
5"3 metros de espesor, mientras el hielo antártico
disminuye el 1"4% cada década.
– Durante los últimos 100 años el nivel
del mar ha subido unos veinte centímetros y este ritmo se
ha acelerado hasta 3 cm por década. Este ascenso pone al
borde de la inmersión a varios pequeños estados
insulares del Océano Pacífico.
– Además de aumentar de nivel, los mares se
calientan. En la región tropical, la temperatura del agua
ha subido 0"54ºC durante los últimos cincuenta
años. Los cien metros superiores del Pacífico, en
California, se han calentado una media de 0"8ºC en los
últimos 42 años y los niveles más profundos
del Mediterráneo han aumentado 0"12ºC su temperatura
desde 1959.
– El aumento global de las temperaturas de la
atmósfera y del mar también se ha manifestado
durante las últimas décadas mediante importantes
sequías en regiones tan alejadas como California, Gran
Bretaña, España, Brasil o Zambia. Como consecuencia
de todo ello, se ha acelerado la desertización, que ya
afecta a un 35% de la superficie terrestre.
Es evidente que la plena apertura de mares y bosques a
su conversión en capitales, sigue generando grandes
ganancias, y ofrenda, por tanto, su contribución suicida
al avance de la Globalización. Pero ya no es ésta
una carretera libre de obstáculos como en el pasado: hay
un límite bien visible a la vieja idea de una naturaleza
inagotable. Crece además la alarma frente a los
resultados. Y más todavía que la alarma, con la
culturización de los pueblos, aumenta la conciencia
medioambiental entre las gentes, como se ha demostrado en Seattle
y, de ahí en adelante, en cuanta reunión sonada
realicen los modernos depredadores de nuestro planeta.
Hoy en día, el género humano ha aprendido,
a través de las modernas tecnologías, a superar las
barreras naturales y físicas (orográficas,
distancias, océanos, espacio exterior). Anteriormente, el
equilibrio natural superaba e impedía la absurda capacidad
de destrucción del Homo sapiens, que ya está
descontrolada. Por ello, sería un triste consuelo el
pensar que también puede producirse una catástrofe
ecológica o social que frene, como consecuencia, esta
degradación irracional del planeta, puesto que entonces se
tratará ya de un auténtico problema de
supervivencia de la especie humana.
CAPITULO IX:
Las naciones del
mundo ante el nuevo orden
La deuda externa es la suma de las deudas que tiene un
país con entidades extranjeras. Se compone de deuda
pública (la contraída por el Estado) y deuda
privada (la contraída por particulares).
La deuda externa con respecto a otros países en
la mayoría de veces se da con frecuencia a través
de organismos como el Fondo Monetario Internacional o el Banco
Mundial. Cuando un país deudor tiene problemas para pagar
su deuda (esto es, para devolverla junto con los intereses
acordados) sufre repercusiones en su desarrollo económico
e incluso en su autonomía.
El principal argumento para que un país contraiga
una deuda es que teóricamente permite conservar los
recursos propios y recibir recursos ajenos para explotar,
procesar o producir nuevos bienes y servicios. Sin embargo, se
vuelve un problema cuando dicho dinero no se utiliza en aquello
para lo que fue solicitado, cuando se usa de manera ineficiente o
cuando las condiciones de devolución se endurecen
(principalmente a causa de anteriores incumplimientos del
deudor).
Según la teoría económica, un nivel
"razonable" de endeudamiento facilita probablemente el
crecimiento económico de un país en desarrollo. En
las primeras etapas de desarrollo, un país tiene masas de
capital pequeñas y probabilidades de ofrecer oportunidades
de inversión más rentables que una economía
avanzada. Mientras use los préstamos para inversiones
productivas y no esté afectado por inestabilidad
macroeconómica, políticas que distorsionen los
incentivos económicos ni fuertes sacudidas, debería
de tener un crecimiento mayor y poder efectuar rembolsos
puntuales. Estas predicciones son válidas incluso en
teorías basadas en el supuesto más realista de que
un país quizá no pueda obtener crédito
libremente a causa del riesgo de repudio de la deuda. ¿Por
qué se reduce el crecimiento cuando la deuda se acumula
hasta un nivel elevado? La explicación más conocida
la dan las teorías del sobreendeudamiento: si hay alguna
probabilidad de que la deuda llegue a superar la capacidad de
rembolso del país, el costo previsto del servicio de la
deuda desalentará la inversión nacional y
extranjera, perjudicando al crecimiento. Los posibles
inversionistas tendrán temor de que cuanto más se
produzca, más "gravarán" los acreedores para que la
deuda externa se salde, y por ende estarán menos
dispuestos a afrontar un costo hoy para obtener más en el
futuro. Aunque los modelos de sobreendeudamiento no analizan
explícitamente los efectos sobre el crecimiento, cabe
inferir que un saldo de deuda elevado obstaculiza el crecimiento
en parte al reducir la inversión. Como el saldo de la
deuda tiene también un efecto de incentivo, tienden a ser
menos las ventajas que se puede esperar de reformas propicias
para la eficiencia y el crecimiento como la liberalización
del comercio y el saneamiento de las finanzas públicas: un
gobierno estará menos dispuesto a afrontar costos ahora si
los beneficios que representa un producto mayor van a parar en
parte a manos de prestamistas extranjeros.
La economía de Japón es la tercera mayor a
nivel mundial, tras los Estados Unidos y China. La
cooperación entre el gobierno y las industrias, la
costumbre japonesa del trabajo duro y el dominio de la
tecnología han llevado a Japón al éxito
económico del que disfruta hoy en menos de medio
siglo.
Los sectores estratégicos de la economía
japonesa, como es ampliamente conocido, son los productos
manufacturados y tecnología, sobre todo los
vehículos, artículos electrónicos e
industria del acero. Sin embargo la agricultura en Japón
es bastante ineficiente, según los estándares
actuales, y recibe muchos subsidios del estado. El sector de las
finanzas está desarrollándose mucho en la
actualidad debido en gran parte a su moneda, el yen que es la
tercera más transada tras el dólar estadounidense y
el euro.
Tras 40 años de un crecimiento económico
constante y a veces espectacular, la economía japonesa no
creció de manera significativa durante el decenio de 1990,
situación revertida desde 2003, año desde el cual
la economía ha vuelto a crecer significativamente. Se
puede afirmar que la economía japonesa ha sido sin lugar a
dudas el fenómeno económico de la segunda mitad del
siglo XX. Este éxito fue el resultado de un control
exhaustivo de las importaciones, una inversión muy elevada
en el interior y una política de exportación muy
agresiva dirigida por el poderoso Ministerio de Comercio
Internacional e Industria. El resultado es un Producto Interior
Bruto de más de 5 billones de dólares
estadounidenses y una balanza comercial positiva de más de
100 mil millones de dólares. Los principales socios
comerciales de Japón son: Estados Unidos, China, Malasia,
Tailandia, Corea del Sur, Alemania y el resto de los estados
miembros de la Unión Europea. Japón es el segundo
país con mayor equidad de ingresos per
cápita.
Características notables de la economía
japonesa incluyen una fuerte unidad entre productores,
manufactureros y distribuidores, reunidos en grupos conocidos
como keiretsu; los fuertes gremios empresariales y shunto y la
garantía del empleo vitalicio para la mayoría de
los trabajadores. Muchas de estas características se han
visto deterioradas a través de los años.
CAPITULO X:
La
globalización y el Euro
El Euro, la moneda única europea, es el resultado
de un proceso de integración económica que
empezó en 1950, con la creación de la
asociación del carbón y el acero. Algunos analistas
económicos y políticos establecen que las
motivaciones de dicha unión más que
económicas fueron políticas, ya que una Europa
unida por lazos comerciales evitaría que se volvieran a
dar conflictos de gran envergadura como la primera y segunda
guerras mundiales. En este sentido, la asociación
mencionada evolucionó transformándose en la
Comunidad Económica Europea y recientemente en una
Unión Económica y Monetaria (UEM).
La Unión Económica y Monetaria es la
culminación del proyecto de integración europeo
desde la perspectiva monetaria. Se trata de una vieja
aspiración europea, que tiene sus raíces en el
final de los años sesenta y que fue definitivamente
reconocida en términos institucionales con la reforma del
Tratado de la Comunidad Europea, que se llevó a cabo en
Maastricht a principios de la actual década.
El principal objetivo de la UEM es la
implantación de una moneda, el Euro, única en todos
los Estados miembros de este proyecto de integración. La
introducción de la moneda única puede entenderse
como el corolario necesario al proyecto de mercado interior,
iniciado a finales de los ochenta, que debe permitir la libre
circulación de personas, mercancías y capitales por
todo el territorio de la Unión Europea.
Para facilitar el manejo de una política
monetaria única por parte del Banco Central Europeo se
establecieron en el tratado de Maastricht ciertos criterios
económicos que los países deben cumplir, los
llamados criterios de convergencia (déficit, deuda
pública, inflación, tipos de interés y
estabilidad del tipo de cambio). Con estos criterios se garantiza
la convergencia económica entre los países que
comparten la misma moneda, de tal forma que el resto de las
políticas económicas sea compatible.
EFECTOS EN EL COMERCIO INTERNACIONAL Se espera que
desciendan los costos de transacción y de
utilización de la moneda única, sin necesidad de
pagar comisiones de cambio de divisa, ni se tendrá que
realizar operaciones de cobertura o de aseguramiento del riesgo
de cambio.
En el comercio exterior extracomunitario, dado el peso
económico de los países que integrarán el
área del Euro, se espera que una parte de las
transacciones será denominada en Euros y no en
dólares. Esto, además del prestigio internacional
que supone, beneficiará a los agentes económicos
europeos, que soportarán un menor riesgo de cambio ante
las turbulencias en el mercado del dólar.
Con respecto a los efectos sobre los tipos de
interés, el cumplimiento de los criterios de convergencia
y la necesidad de mantener la disciplina presupuestaria se
traducirán, en algunos países, en una
reducción de los tipos de interés tanto nominal
como real.
Efectos en Latinoamérica Europa es un importante
socio comercial de la región Latinoamericana, cabe decir
que, en la década de los noventa América Latina
exporta a la Unión Europea el 19% del total de lo
exportado, mientras que con relación a las exportaciones a
USA, Japón y la UE, el total comerciado con la
última fue de 28%. La inversión externa directa de
la UE en Latinoamérica ha aumentado en términos
absolutos durante los noventa, como resultado de los cambios
políticos y avances democratizadores y económicos
(mayor apertura al exterior, énfasis en equilibrios
macroeconómicos y reformas estructurales).
Si bien es cierto que en América Latina queda
mucho por hacer para llegar a equipararse a un proceso como el
europeo, que cuenta con cuarenta años de
integración comercial exitosa y que ha pasado por un largo
proceso de liberalización, adecuada regulación y
coordinación, así como de tener un mercado
único en funcionamiento en forma ininterrumpida,
Latinoamérica debe aprovechar la oportunidad para observar
los desarrollos previos y los resultados que se están
obteniendo en Europa, en torno a la UEM.
La puesta en marcha de la UEM y la creación de la
moneda única es una gran oportunidad de aprendizaje para
los esquemas integracionistas de América Latina, por lo
que es altamente recomendable que la región identifique,
evalúe y de ser conveniente interiorice los aspectos
monetarios y macroeconómicos de la integración
europea, tanto en lo relativo al aspecto propio de
integración financiera, como al de su eventual impacto
sobre el comercio, los flujos de capitales y la inversión
externa directa con Europa
VENTAJAS | DESVENTAJAS |
| ? La pérdida del instrumento cambiario para ? La pérdida del instrumento cambiario se ? La política monetaria pierde la ? Se sacrifica la persecución de un ? La reducción de la inflación, en ? Los beneficios de la UME son vagos, abstractos,
|
CAPITULO XI:
La tasa Tobin.
¿Una incipiente solución para el
futuro?
La tasa Tobin o ITF (Impuesto a las transacciones
financieras) es un tipo de tasa sobre las transacciones
financieras que fue propuesta por el economista estadounidense
James Tobin en sus Janeway Lectures en la Universidad de
Princeton en el año 1971.
El impuesto a las transacciones financieras fue ideado
para amortiguar las fluctuaciones en los tipos de cambios. La
idea es muy simple: se aplicaría, en cada cambio de una
moneda en otra, un pequeño impuesto -digamos un 0,5% del
volumen de la transacción-. Esto disuade a los
especuladores ya que muchos inversores invierten su dinero en
moneda extranjera a muy corto plazo por lo que tendrían
que pagar el impuesto muchas veces. Sin impuestos lo que ocurre
cuando el dinero se retira inmediatamente es que los
países deben aumentar de un modo drástico los
intereses para que su moneda siga siendo atractiva a los flujos
financieros. Pero el alto interés y la constante
fluctuación son desastrosos para la economía
nacional, como se ha demostrado con las crisis financieras de la
década de 1990 en México, el Sureste
asiático y Rusia. Con mi propuesta de impuesto a las
transacciones financieras los países recuperarían
cierto margen de maniobra para defender la economía
nacional y sería por tanto una medida que limitaría
el poder excesivo de los mercados financiero.
Lo que James Tobin proponía en realidad era una
tasa impositiva de entre un 0,1% – 0,25% sobre el importe
de la transacción realizada. El objetivo era desestimular
el flujo de capitales para operaciones a muy corto plazo. La tasa
perseguía contrarrestar la ganancia obtenida, que en este
tipo de operaciones siempre es muy reducida. En palabras del
propio Tobin, "echar arena al aceitado mecanismo de las
especulaciones que hacen viaje de ida y vuelta en días o
pocas semanas". Claramente la cabeza se nos va directa a los
instrumentos financieros complejos, de alto riesgo y alta
volatilidad. La ganancia real en este tipo de operaciones se
consigue por la velocidad a la que se mueve el capital en
cuestión. Como son varias las personas o entidades que
están implicadas en estas operaciones especuladoras, hasta
el punto de realizar varias operaciones en el día. Al
tener que pagar la tasa Tobin por cada una de las operaciones
realizadas, los intermediarios se pensarían mucho llevar a
cabo esos movimientos cortoplacistas, principalmente por el hecho
de que sería complicado obtener algún tipo de
ganancia. Si el movimiento es a un año, la
operación no se vería afectada por ningún
tipo de imposición, no estaríamos ante algo
próximo al riesgo.
Si nos referimos a más de un año en el
tiempo, la idea que se buscaba con la tasa Tobin, nada
tenía que ver con el control de los mercados que ahora se
buscaría, poner un freno al tráfico de cambio de
divisas, sino que con lo recaudado se pensaba en una forma de
reducir la pobreza. De ahí el interés del
movimiento antiglobalización para financiar sus proyectos
con los que mejorar el mundo, y por buscarle una salida a esta
recaudación.
Ahí fue donde los liberales se mostraron poco
conformes a la aplicación de la idea de James Tobin,
más cuando obstaculizaba el libre comercio. Lo cierto es
que uno de los problemas, al no verse adaptadas estas medidas por
todos los países, vendría por el lado de los
intermediarios financieros, que se encargarían de buscar
los recovecos del sistema y los lugares exentos a este control,
para realizar rápidos y cortos movimientos de capital con
los que sacar un beneficio. No sólo hay esta trampa,
también nos encontraríamos con la dificultad de
definir qué tipo de capital se podría considerar
productivo o entraría dentro de lo que se podría
considerar como especulativo (pese a que definamos a ésta
como el ejercicio de cualquier tipo de actividad económica
cuyo objeto es solo la obtención de ganancias, sin mediar
el aporte de algún producto o servicio que incremente la
riqueza de la sociedad). Transformar unos en otros sería
fácil para los inversores, con lo que se saltarían
la regla base de la tasa Tobin. Y además, dado que muchos
países pobres tienen sus monedas ligadas al dólar,
cuando entrase en juego el cambio del capital al euro para
pasarlo al dólar y a la moneda del país en
cuestión, estas operaciones se verían sometidas a
un doble gravamen.
Es difícil calibrar si la tasa Tobin hubiera
evitado la crisis, sí es probable que la hubiese
amortiguado, pero requiere de una serie de variables vitales para
haberla aplicado: los países y sus intereses. Mientras
había dinero nadie pensaba en las dificultades, y sin
embargo, el mismo problema que se está viviendo ahora
sucedió a principios de los años 70, que fue donde
Tobin dio su alternativa, hasta lograr el Premio Nobel en 1981,
pero no principalmente por la tasa por la que sí se ha
terminado haciendo famoso.
José García Solanes, Doctor en Ciencias
Económicas y Empresariales, defiende las buenas
intenciones de la propuesta, pero plantea una larga lista de
inconvenientes para su puesta en marcha. Conviene desvelar buenas
intenciones sociales en unos momentos en los que la
especulación destructiva, la corrupción y las
ingentes ayudas a quienes causaron la crisis sacuden las bases
del sistema. Pero, como siempre, la reflexión serena que
sigue a los primeros impulsos acaba ratificando la lógica
económica y devolviendo la tasa al baúl de la buena
conciencia social. Hasta que alguien la despierte otra
vez".
Según el La tasa Tobin tiene dos grandes
problemas: "Primero, para ser viable y eficaz, tendría que
aplicarse en todos los países del planeta que disponen de
mercados de capitales bien desarrollados, algo totalmente
impensable. Segundo, los bancos y las empresas multinacionales
pueden sortearla, en gran parte, con la ayuda de prácticas
financieras cada vez más sofisticadas e ingeniosas. Por
consiguiente, la tasa Tobin, por desgracia, no resulta aplicable
en la UE".
John Dillon sostiene que no es necesario disponer del
acuerdo unánime sobre la viabilidad de una TTF
internacional antes de avanzar. Propone su introducción
gradual, comenzando seguramente en Europa donde el apoyo a la
misma es mayor. El primer paso podría incluir un impuesto
sobre los instrumentos financieros en unos pocos países.
Stephan Schulmeister del Austrian Institute for Economic
Re-search ha sugerido que inicialmente Gran Bretaña y
Alemania podrían implementar el impuesto en un amplio
conjunto de instrumentos financieros dado que el 97% de todas las
transacciones sobre divisas en la Unión Europea tiene
lugar en estos dos países CAPITULO XII.
Un ejemplo
relevante: la situación de los frutos secos
españoles ante el comercio mundial
Se escogió como ejemplo aleatorio, un subsector
agrícola español gravemente amenazado por la
internacionalización económica que estamos
tratando, especialmente en dos de sus grandes producciones: la
almendra y la Avellana. De la primera el problema se representa
en la producción estadounidense y la segunda en la
producción turca.
Esta situación está determinada por las
siguientes características:
El ingreso de España en la Comunidad
Económica Europea.La Unión Europea, que constituye el mayor
mercado para las exportaciones estadounidenses de almendra y
de otros frutos de cáscara.El proceso de ampliación de la UE-12 a la
UE-15 implicó una ampliación de 45.000 Tm. a
90.000 Tm.La avellana (en grano y en cáscara)
partía de un arancel del 4%, acordándose una
reducción del 20% en seis tramos.Corea del Sur ha reducido sus aranceles para la
almendra en cáscara de un 50% a un 21%, y de un 50% a
un 30% para las nueces.Tailandia va a reducir a la mitad los aranceles para
la importación de nueces y almendras
tostadas.Malasia también reducirá sus tarifas
para las almendras, las nueces, las avellanas, las
castañas y los pistachos de algo más del 5% al
0%.En 1992 la India suprimió todas las
restricciones cuantitativas a la importación de la
almendra.
Existe una gran posibilidad de que el mercado
internacional quede en manos de un único proveedor,
Estados Unidos, debido a que es el primer productor mundial de
almendras; Teniendo en cuenta que España es el segundo
productor mundial, así como de las nueces y Turquía
en el de la avellana), en una situación de monopolio real,
que probablemente sobrellevaría un incremento de los
precios internacionales, como se demuestra, en el caso de la
almendra, en los estudios realizados por ALSTON, J.M., SEXTON,
R.J. y otros (1993), y con toda seguridad, a una mayor
situación de dependencia de la Unión Europea,
fuerte y crecientemente deficitaria en estos
productos.
El cultivo de los frutos secos ha sido una actividad
desde hace siglos en España y sus árboles y frutos
son gran parte de su ecosistema, además de poseer gran
importancia económica y social para muchas
regiones.
En 1989, la comisión europea introdujo una serie
de medidas estratégicas para aumentar la producción
del sector, últimamente estipulo un soporte máximo
por hectáreas de 241,5 euros de los cuales 75%
serán cofinanciados por la unión europea y el 25%
por los estados miembros, reduciendo así la
atribución de la unión europea y aumentando la de
los países miembros.
Por último, para hacer frente a la difícil
situación de las avellanas, una ayuda suplementaria de 15
euros/100 Kg. se acordó para esta producción
durante un año, pero con la condición de que
únicamente podrán acogerse a la misma las
organizaciones de Productores que no puedan acogerse a la
prórroga de los Planes de Mejora. La baja de los precios
de los productos los lleva a la sensación que desde
Bruselas, poco a poco pero inexorablemente, se va dejando hundir
al sector sin plantear una necesaria estrategia de futuro que,
hoy por hoy, sólo puede llegar mediante el estudio, en
profundidad, de todos los aspectos del problema. Se espera que
con estas medidas se valore la decisión de regular las
importaciones procedentes de los terceros países, para
establecer una normativa que regule el mercado interior y definir
las estrategias de calidad de estos productos y fijar al fin una
verdadera ayuda para los agricultores.
Conclusión
La globalización en sí misma es un proceso
continuo y dinámico, que desafía las leyes de los
países en su forma de regular el funcionamiento de
empresas y el comportamiento económico de los individuos a
nivel internacional que, si bien pueden dar trabajo a la
población desocupada o ser los contratados, también
pueden beneficiarse de irregularidades y debilidades subsistentes
en un determinado país.
Las nuevas condiciones socio-económicas terminan
difuminando el poder y las atribuciones de los
estados-nación. Ante este panorama surgen con fuerza las
ciudades, grandes metrópolis, que compiten entre ellas
para atraer capital, talento y turismo. Han dejado de formar
parte de un orden jerárquico que establecía su
preeminencia en factores poblacionales, de conectividad, o
culturales. En la globalización las ciudades son una
puerta, un nodo de acceso a la economía global, y las
ciudades dejan de ser límites, y pasan a conformar
redes.
Un aspecto importante de anotar, es que la
globalización tiene también un matiz
ofensivo/defensivo. Es un proceso que más que unir,
divide, y geoestratégicamente viene a depositarse sobre
una desgarrada lucha por superar una profunda crisis que se viene
arrastrando, durante la última década, en medio de
una competencia cada vez más feroz por el reparto de las
ganancias y de los territorios
UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMEMTAL POLITECNICA
"ANTONIO JOSE DE SUCRE"
VICE-RECTORADO PUERTO ORDAZ
DEPARTEMENTO DE INGENIERIA INDUSTRIAL
CATEDRA: INGENIERIA FINANCIERA
Puerto Ordaz, Febrero 2015
Prof.
Msc Ing Ivan Turmero
Integrantes:
Elba Vivas
Mikael Guevara
Gabriel Bustamante
Deisy Zambrano
Yuleivis Leon
Autor:
Iván José Turmero Astros
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